El incipiente restablecimiento del comercio global, la reactivación de la industria de Brasil, la rápida recuperación de China y, la mejora en los términos de intercambio por la suba de precios de materias primas como trigo, maíz y soja, son buenas noticias, pero ¿Cómo puede impactar este escenario en la economía argentina?
Andrés Borenstein, economista de Econviews, dijo: "Argentina está en un momento de viento favorable externo", y agregó que el índice de la consultora de condiciones financieras externas pasó por una zona de estrés en el segundo trimestre del año, pero desde agosto "está en zona de confort.
Con los nuevos precios de las materias primas que traen mayor flujo de dólares, el Banco Central podría llegar a comprar u$s 3000 millones, cuando calculábamos que iba a poder comprar u$s 500 millones".
El volumen de comercio de China, que presiona con su demanda a los precios de los alimentos en todo el mundo, ya está muy por encima de los niveles pre pandemia, con exportaciones que crecieron un 3,6% en 2020. Por el lado de Brasil, su industria creció en noviembre 1,2% y se ubicó un 2,6% por encima de valores de febrero, pre pandemia.
Guido Lorenzo, director de LCG, alertó: "Lamentablemente Argentina no está integrado lo suficiente, posiblemente se le dificulte al país entrar en ese escenario internacional, vamos a ser mucho más plateístas que protagonistas", y detalló que "no se puede aprovechar el canal financiero por la poca solvencia del Estado, que se refleja en el rendimiento de los bonos, incluso después de la restructuración, y para las materias primas está preocupación acerca de si es una "maldición" (por las declaraciones de la diputada nacional Fernanda Vallejos), cuando deberíamos concentrarnos en exportar más para aprovechar el viento de cola".
En esta línea, Borenstein marcó que gran parte del mundo está aprovechando las tasas de interés bajas, pero para la Argentina es imposible porque no tiene acceso al crédito internacional: "llueve sopa y nosotros salimos con tenedor", comentó.
En lo que respecta al frente cambiario, el aumento de ingreso de divisas le dará un mayor margen de maniobra al Banco Central para manejar el ritmo de la depreciación nominal del tipo de cambio, que hasta la actualidad lo maneja con una política de crawling peg, que en 2020 implicó una suba del tipo de cambio oficial de 36%, acompañó la inflación, pero no la dinámica de los tipos de cambio paralelos.