El ministro de Economía, Martín Guzmán , presentó a grandes rasgos este miércoles en el Congreso los tres escenarios que maneja para la economía argentina de los próximos cuatro años y descartó realizar un ajuste fiscal en 2020, mientras continúe la recesión.
Además, garantizó que el plan macroeconómico está definido y en marcha y que buscarán que los salarios y las jubilaciones crezcan en términos reales.
Ante la Cámara de Diputados y con la presencia de empresarios, sindicalistas, funcionarios y representantes de la sociedad civil y la Iglesia, el ministro sostuvo que el Gobierno no maneja de ningún modo la hipótesis de un ajuste en este año, ya que "en ningún país del mundo funcionó la austeridad fiscal en un contexto de recesión, porque así cae la actividad y los ingresos" y crece el riesgo de necesitar hacia adelante una reestructuración de la deuda o ir hacia un default .
Así, Guzmán aseguró que el Gobierno tiene un programa macroeconómico definido, que está siendo implementado desde hace dos meses y que "está funcionando bien".
En el primer escenario de ese plan integral, que sería "no hacer nada" y mantener la actual dinámica, "recién en 2026 la economía podría alcanzar el equilibrio fiscal y convergería a un superávit primario muy bajo". En ese caso, el superávit fiscal sería de 0,3% sobre el Producto Bruto Interno (PBI) en 2030.
El escenario que Guzmán considera "factible y realista, que implica un trabajo", es alcanzar el equilibrio fiscal en 2023 y "converger unos años después a un superávit primario de entre 0,6% y 0,8% del PBI".
Y un tercer escenario, "que va a llevar trabajo e implica revertir la reforma tributaria con incentivos a la oferta" (mediante baja progresiva de impuestos) es que haya un crecimiento del 2% anual, con las exportaciones aumentando entre 4,5% y 5% y que se alcance el equilibrio en 2022, con superávit primario de 1,2% del PBI en 2023".
La salida, entonces, será con crecimiento de las exportaciones (las cantidades se mantienen igual entre 2012 y 2019) y con "las cuentas en orden, que son necesarias para que haya progreso".
En todo momento, en su discurso que duró una hora y ocho minutos y que dejó gusto a poco entre los legisladores, el ministro recordó que hay que "sacarse de encima carga deuda que no se puede pagar" y "cambiar el modelo hacia uno que permita ampliar la capacidad productiva" y apuntó a los bonistas del exterior que están trabando la renegociación de la deuda bajo ley extranjera.
También recordó que los bonistas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) son "responsables" por la crisis que atraviesa la Argentina por prestar cerca de u$s 100.000 millones de manera irresponsable, pero que la intención es "mirar para adelante". El único momento en que se ganó aplausos fue cuando dijo que el Gobierno "no va a permitir que fondos de inversión extranjeros marquen la pauta de la política macroeconómica".
En relación al acuerdo de precios y salarios, el objetivo será "atacar la inflación" y recuperar en términos reales tanto los salarios como las jubilaciones. A la vez, sostuvo que la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva sancionada en diciembre no es de "austeridad fiscal".
"Es hora de dar vuelta la página y que haya condiciones para decir 'nunca más' a los ciclos de sobreendeudamiento, que generan angustia y profundos desequilibrios sociales. Hay que acabar con esto para tener una Argentina tranquila", cerró el funcionario.