La parálisis de la economía por el confinamiento dejó la inflación de abril en 1,5%, la variación mensual más baja en dos años; mientras que la del primer cuatrimestre se acumuló en 9,4%, cuya proyección anualizada araña el 31%. No obstante, las estimaciones privadas apuntan a una cifra sensiblemente superior.
Economistas y consultoras perciben que la suba del índice de precios mostrará una aceleración considerable en el segundo semestre, principalmente por las restricciones al acceso al tipo de cambio oficial para importar, por la creciente emisión monetaria para financiar al Tesoro y por la caída de la demanda de dinero que estiman que se profundizará a medida que se normalice la economía.
Juan Luis Bour, de FIEL, explicó que la dinámica de los precios hasta el momento responde al triple derrumbe de oferta, demanda e ingresos. Si bien consideró que por la incertidumbre y por la confluencia de una gran cantidad de factores aún es temprano para dar una proyección para el año, Bour si enfatizó que se aproxima una aceleración de la inflación a medida que se normalice la actividad y aparezcan los 'precios nuevos' post-cuarentena en un contexto de expansión monetaria.
"Estimamos que el segundo semestre va a tener una inflación mensual promedio más cercana al 4% que al 3%, o sea más del doble que en el segundo trimestre. Con ello podemos terminar el año en diciembre en algún número cercano al 40%. El mayor salto interanual puede estar más adelante, porque si seguís al 4% mensual en un año estas en 60%, y con errores de política monetaria hay margen para espiralizar", señaló.
Por un lado, Bour consideró que la medida del Banco Central (BCRA) de restringir del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) a importadores que ya posean divisas también impactará en los precios, dado que deberán recurrir al dólar "libre". "De todas maneras no está claro cuánto tiempo toma este repricing, puede ser inmediato o llevar algunos meses. Eso se verá como inflación reptante mes a mes", dijo.
Asimismo, remarcó que por la expansión monetaria la caída de la demanda de pesos desembocará en tasas más altas o en una devaluación del tipo de cambio oficial. Esta segunda opción haría subir a los precios, aunque consideró la posibilidad de que muchos ya tengan incorporada la depreciación desde antes, por lo que el incremento sea moderado.
Matías Rajnerman, de Ecolatina, indicó que la consultora proyecta para el año una inflación de entre 45% y 50%, alimentada por las restricciones a importadores, y que podría acelerarse desde junio.
"No la vemos abajo de 40% para este año, vemos que en junio se va a acelerar por la medida del BCRA de restricciones a importadores que va a tener un impacto de inflación. Por ahora la vemos por encima de 45%, pero por debajo de 50%", indicó.
Rajnerman resaltó que la medida puede generar una suerte de “devaluación encubierta” al poner el dólar de importación “más caro”. “Antes una empresa que tomaba como referencia $ 70 por dólar para importar, hoy tiene que tomar $ 110”, apuntó.
Para Eric Paniagua, de la consultora EPyCA, la inflación cerrará a niveles similares del año pasado, es decir cerca de 55%, y observa como principales disparadores el eventual descongelamiento tarifario que correspondería hacer en los próximos meses y el grado de restricciones del dólar oficial a importadores.
"Estos dos últimos pueden ser factores que tengan sendos golpes en los bolsillos de los consumidores: mayor coste de tarifas, o mayor costo de divisas (si los importadores tienen que volcarse al dólar bolsa) impactará en el precio final de los bienes y servicios, con la consecuente visualización del incremento en el nivel de precios", comentó.
Paniagua indicó que, más allá del crecimiento acelerado de la base monetaria, la capacidad ociosa en el sistema productivo por el confinamiento contribuirá a que el impacto inflacionario de la emisión "no se vea en el muy corto plazo". "Por supuesto, la emisión no es inocua, pero no la vemos como un factor de preocupación en el corto plazo", apuntó.