Frente a una empresa con un portafolio tan amplio de servicios, lo primero que quisiera preguntar es ¿qué es lo que más hace KPMG en Argentina?
La auditoría –que es donde muchos nos tienen encasillados– es el 50% del total de la facturación, en un marco donde empresas como la nuestra se han ido reconvirtiendo. Entonces, auditoría sigue siendo core business y cualquier problema que se pueda dar en ese sentido, repercute en toda la marca y la compañía.
- ¿Y qué otros servicios?
¡De todo! (risas). Es verdad, porque lo nuestro es aportar soluciones en materia de servicios profesionales. Creamos valor. En ese sentido nuestra posición es: ¿qué necesita el mercado? Y el mercado va cambiando, en el mundo y acá.
- Están todo el tiempo pensando soluciones…
Y muchas veces la propuesta viene de nuestros clientes que nos dicen: Uds. nos conocen mucho, ¿en qué más nos pueden ayudar? Definitivamente eso es un desafío, no nos podemos quedar en “llameme, yo estoy acá y Ud. sabe que soy bueno”. Tenemos que ser proactivos.
- Pero… ¿el que hace todo, no es que no hace nada demasiado bien?
Es que tenemos expertise muy específico que nuestros mismos clientes ni se saben. Por ejemplo: tenemos mucha experiencia en KPMG en liderar proyectos para construir estadios de fútbol… y seguro que vos ni lo imaginabas…
- No, ni idea…
Muchísima experiencia en Reino Unido y Brasil… y así en muchas materias.
- De la cartera de clientes que tienen KPMG en Argentina, ¿cuántos vienen de acuerdos globales y cuántos son locales?
Ahí depende mucho del servicio, hay algunos recurrentes y otros puntuales. En Auditoría, nuestro fuerte, estamos en una relación 60 a 40 en clientes internacionales y locales.
- Veo la excepcional red de KPMG en el mundo y me surge esto: en el intercambio con colegas de otros países de la región y el mundo, ¿vos dirías que los problemas de tus clientes son básicamente los mismos o básicamente diferentes en cada lugar?
Es una pregunta difícil de responder. Sucede que Argentina está transitando una etapa particular al resto: estamos en un proceso de aislamiento en el mercado de capitales y proyectos de inversión y, entonces, el tipo de servicios que demandan las empresas difiere no sólo con otros países sino con lo que históricamente se demandaba aquí. Creemos que esto debe ser circunstancial y temporal y volver a una senda de desarrollo.
- ¿No sirve “vivir con lo nuestro”?
Puede haber servido por algún tiempo, en una coyuntura, pero no puede ser una política de largo plazo.
- Esto también habrá generado algunas oportunidades para Uds…
Definitivamente… Un ejemplo: hace unos años ya formamos un equipo de abogados especializados en derecho aduanero y cambiario que han tenido un desarrollo fenomenal.
- Y cuando cambie el horizonte…
Habrá que estar preparados para otros servicios también, porque nadie te va a dar seis meses para preparar un servicio (risas). Entonces hay que tener una perspectiva de lo que va a pasar, aunque nadie tenga la bola de cristal.
- ¿Ves razonable el fuerte optimismo empresario que hay frente a un eventual cambio de ciclo político?
Yo creo que hay un cauto optimismo, pero todos estamos en un modo “wait and see” (mirar y esperar), porque existe una herencia importante que habrá que resolver. Temas como cepo cambiario o holdouts no tienen una solución fácil. Lo que sí sabemos para este año es que -en una figura futbolística- estamos en los 15 minutos de un partido que ya no va a cambiar.
- ¿Con qué resultado?
Cero a cero (risas).
- ¿Y el próximo partido cómo lo ves?
Hm… está complicado, pero muchos esperan -no un cambio de 180 grados- pero sí una variación en la dirección de la gestión va a mejorar mucho el ambiente y generar más oportunidades. Eso esperamos nosotros también.
- ¿Cómo ves el debate sobre la desigualdad creciente de la riqueza en el mundo?
Los datos están, son elocuentes, ahora… ¿qué hacemos? El Papa dice que el Capitalismo tiene esta culpa y está bien que él lo diga, pero… el comunismo tuvo más culpa en eso. En los últimos años, 300 millones de chinos salieron de la pobreza. Manejar el mundo es muy difícil. Quizás la clave para el mundo está en redistribuir la riqueza para fomentar la demanda, pero nada es tan fácil de hacer de manera sostenible. Y Argentina es un ejemplo de eso, ¿no? Hablarlo es fácil: los números están ahí, pero… ¿cómo lo hacemos?
- Con un fuerte impuesto a la herencia, dice Thomas Piketty
Uf… tema complejo si los hay en lo técnico. Mucho más fácil de declamar para los filósofos que se dedican a decir que el mundo no es justo (risas). Desde el punto de vista filosófico vos podés plantear un impuesto a la herencia para que todos arranquen más o menos de cero o de la misma base… no está mal, pero ¿qué pasa con los campos? ¿Qué pasa con las empresas? ¿Qué pasa si un país no adhiere y quedan paraísos para llevar fortuna? Ahora volvamos a Argentina: esto no lo vamos a resolver desde acá y si queremos hacerlo “a lo nuestro”, sin mirar el contexto, nos pasa lo que nos pasa.
- ¿Cómo estás viendo la sostenida pérdida de relevancia de las empresas argentinas en el contexto regional?
Sí, es así. En término relativos a nuestro vecinos, no dudes que Argentina se ha achicado. Mirá lo que creció Chile… ¡y mirá lo que cobran mis pares en Brasil! (risas). Argentina tiene cada vez menos multilatinas (empresas que se internacionalizan en la región) y eso no es razonable en relación al país que tenemos. Estamos condenados a una pequeñez que el empresariado aceptó en una forma implícita.
- ¿Le faltó coraje al empresariado argentino para dar su mirada y pararse sin vergüenza como un actor social que agrega y no rapiña valor?
Sí, absolutamente. Han pasado dos cosas: se ha aceptado “lo que sea” quizás por temor y -por otro lado- hubo un exceso de personalismos que impidió la unión entre los empresarios. Esta unión que hace la fuerza, eso que en algún momento hacen los empresarios de Brasil y otros países, acá lo dejamos de hacer. Muchos dejaron hacer y pensaron “capaz que nos beneficiamos, seguro nos acomodamos”.
- ¿Qué es lo que más te gustaría que trajera el nuevo presidente?
Un norte. Una dirección a dónde vamos a ir y saber que ese es el escenario.