El equipo de Imaginarea es un quinteto compuesto por Albana Bigoglio (directora), Alejandra Bigoglio (editora y gerente operativa), Ilda Marchetti (administración), Santiago Santander y Ángel Lucero (jefes de proyectos). Todos trabajan de forma presencial en la oficina de Tejeda al 4500, equipo que crece de acuerdo las necesidades donde se agregan profesionales a la red, de acuerdo a los proyectos que surgen.
La empresa nace de la mano de Albana en el año 1994 luego de recibirse de Técnica Superior en Diseño Gráfico, carrera a la que le sumó conocimientos en otras áreas como la semiótica, con la convicción de darle un valor agregado a la investigación que hay detrás del diseño. “El diseño no puede ser una cuestión de moda o de estilo, tiene que ser funcional”, fundamenta.
Han atendido clientes muy chicos, pero también grandes como Falabella Chile o Alladio con el que trabajan desde hace mucho años y para el que Alejandra coordina su revista institucional.
Pero el primer gran desafío vino de la mano de Disco -que por entonces compra Mini Sol (cadena de supermercados)- y les encarga el cambio de imagen y la estandarización de los puntos de ventas que eran todos diferentes. Un trabajo similar hicieron luego con Del Pilar.
El nombre Imaginarea surgió para que sus clientes pudieran identificar su diferencial en el mundo de los servicios de la comunicación y el branding. “Cuando el branding surgió como concepto nos dio la posibilidad de explicar en pocas palabras a qué nos dedicábamos; desarrollamos estrategias de branding hacia fuera y hacia adentro”, plantea.
Y agrega: “nuestro esfuerzo siempre estuvo puesto en diferenciarnos del resto. Nosotros nos enfocamos en hacer diagnóstico de identidad y de imagen, diseñamos y concebimos las marcas desde la estrategia, lo conceptual y luego lo llevamos al tratamiento de la imagen”.
Un caso emblemático fue Neverland, que llega a Imaginarea buscando cambiar el tradicional caballito de su logo. “Cuando hicimos el diagnóstico nos dimos cuenta que no hacía falta ese cambio y detectamos un problema más profundo que era la tipografía que en esa época era en cursiva; estudiando al público vimos que mayormente es de niños y que hasta los 10 años no identifican esa letra, no se la apropian y fue eso lo que cambiamos”.
Actualmente su cartera de clientes se compone por Alta Rotación (CUPSI), Dicsy, Talpe, Alimentaria San Francisco, Alladio, Muller y Asoc, Servelec, Telesoluciones, Acme, Galletas TYM y Santiago Saez entre otros. Además gracias a una iniciativa de la Cacec han logrado generar clientes en Ecuador, Chile, Uruguay, Paraguay y España.