La política es el arte de lo posible pero la economía, en algún sentido, es la estrategia de operar sobre las expectativas y manejar los tiempos. Si esto efectivamente es así, en materia económica el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y su alfil en el gabinete, el ministro de Hacienda Paulo Guedes, en las últimas semanas marcaron diferencias con Argentina y salieron a jugar fuerte en el tablero regional.
De este modo, el gobierno de Brasil está dando pasos firmes avanzando en su estrategia de mediano plazo, que al mismo tiempo condiciona el margen de acción de Alberto Fernández antes de que asuma el próximo 10 de diciembre.
Mientras Brasilia sigue con su plan, modelando un Mercosur a su medida, en Argentina aún no se conocen los nombres del gabinete ni el programa económico.
Todo se iba a precipitar en la cumbre del bloque del próximo 5 de diciembre pero las últimas versiones indican que podría dilatarse la decisión. Con nuevos gobiernos en Argentina y Uruguay en 2020 el tema ocupará, sin dudas, un lugar prioritario en la agenda regional.
El gigante sudamericano ya definió la apertura de su economía y todo lo que hace está encaminado a ese objetivo. Pretende cerrar nuevos acuerdos comerciales por fuera del Mercosur; bajar a la mitad, más temprano que tarde, el Arancel Externo Común (AEC) del bloque; y acelerar los tiempos de su integración con los big players de la economía global, en especial Estados Unidos y China.
En esta lógica hay que leer la decisión brasileña de reducir el arancel del Mercosur, que tiene el acompañamiento implícito de los gobiernos y el sector privado de Paraguay y Uruguay, e incluso el visto bueno del actual gobierno argentino.
La fuerte oposición a la iniciativa viene del lado de los industriales paulistas (FIESP), la poderosa Confederación Nacional de la Industria (CNI) de Brasil, a los que suma la Unión Industrial Argentina (UIA). Sin declaraciones puntuales pero sí con declaraciones previas a favor de la industria local, se presume también el rechazo del nuevo gobierno argentino.
"La baja del arancel, básicamente apunta a la retecnologización de la economía de Brasil para alimentar los procesos domésticos. El acuerdo automotor ya lo tiene", señaló Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI. Y agregó: "creo que la baja del arancel va a ser más general pero con la excepción de la industria automotriz".
Al respecto, el experto indicó que "el 40/50% del intercambio bilateral son autos. Brasil dejó salvado lo relevante para ellos con el acuerdo automotor con Macri, y en todo lo demás avanzarían". Y fue un paso más allá. "Esto es casi un escenario pre Mercosur", enfatizó.
La semana pasada hubo en la sede de la UIA un nuevo encuentro entre referentes de la entidad, industriales uruguayos y la FIESP. "En principio, hay bastante consenso para que la baja del arancel sea un instrumento de negociación futura, con vistas a una mayor integración pero no una baja unilateral del bloque que proponga regalar el mercado, en un mundo que se está cerrando", indicó una fuente presente en el encuentro.
En relación al acuerdo Unión Europea-Mercosur desde el complejo sector automotor y autopartista indican que bajar el AEC supone "reducir la protección efectiva", lo que sería como "acelerar los tiempos de transición para la apertura del mercado", porque se partiría de un arancel más bajo.