Desde su fábrica en Ramos Mejía, una compañía argentina lleva seis décadas produciendo y abasteciendo al mundo de más de dos millones de armas de fuego. Se trata de Bersa SA, que en este 2018 está cumpliendo sus primeros 60 años y que por ello decidió abrir sus puertas y organizar un recorrido por la planta que elabora unas 288 armas cada día y más de 100.000 por año.
Creada por los inmigrantes italianos Benso Bonadimani, Savino Caselli y Ercole Montini, Bersa nació en 1958 con el objetivo de encontrar su lugar entre los alrededor de 30 fabricantes que desarrollaban armas a nivel nacional, además del propio Estado que hacía lo propio a través de Fabricaciones Militares.
“Llegué al país en 1955, y empezamos con la compañía en un galpón en 1958”, recordó Benso Bonadimani. “Ninguno tenía conocimientos previos en armería, pero a uno de mis socios le encargaron la fabricación de una pieza, un repuesto para la Ballester Molina (NdR: pistola desarrollada por la compañía Hispano-Argentina Fábrica de Automotores SA). Tiempo después fue a Italia, trajo una pistola y la copiamos”, agregó al rememorar los orígenes de Bersa.
El primer modelo fabricado por la compañía fue la pistola Modelo 60, que demoraba unas seis horas en producirse. Desde entonces, Bersa ha lanzado al mercado más de 50 modelos, y en la actualidad, tienen un proceso de producción que demanda alrededor de 28 minutos. En la actualidad, tiene la capacidad para producir 288 armas cada día. 12 por hora. 8600 al mes.
Con valores que oscilan entre los 10.000 y los 24.000 pesos cada una, el 70% de las armas que Bersa produce cada año son destinadas al mercado extranjero. Desde que comenzó a exportar al exterior, en 1973, las exportaciones se han multiplicado y hoy comercializa sus productos a 36 países. Del total exportado, un 90% es destinado a Estados Unidos, país al que Bersa comenzó a exportar en 1979, y que desde hace 25 años constituye el principal mercado para sus productos. De hecho, la compañía estima que de las dos millones de armas que fabricó, más de 60% están en los Estados Unidos.
Dentro del mercado local, la mayoría de las armas fabricadas por Bersa son adquiridas por el Estado Nacional, las provincias y los municipios para sus fuerzas de seguridad, que se quedan con el 20% del total producido. “Un gran porcentaje de las armas utilizadas por las fuerzas de seguridad del país son Bersa. De las 120.000 armas que tiene la provincia de Buenos Aires, 85.000 son Bersa”, ejemplificó Manuel Pizarro, gerente comercial de la compañía. “Las fuerzas de seguridad están actualizando su equipamiento, y este año hemos ganado licitaciones para vender 3000 armas a la Policía Federal, 5000 a la Provincia de Buenos Aires, otras 5000 a Santa Fe, y 3000 a Córdoba”, agregó.
El porcentaje restante del total de armas fabricadas que se vende en el país se divide entre miembros de la sociedad civil (6%), al que las armas Bersa llegan a través de armerías –la compañía no comercializa sus productos al público en general–, y compañías de seguridad privada (4%).
De las más de dos millones de armas que Bersa lleva producidas desde su fundación, casi la mitad –unas 880.000– fueron fabricadas en los últimos 10 años. Desde 2009, Bersa ha producido un promedio de 88.102 armas de fuego anuales, siendo 2013 el año de mayor producción (103.511 unidades) y 2017, el de menor (64.787). Para este año, la compañía estima una producción en torno a las 90.000 pistolas. En cuanto a las ventas, el promedio en la última década es de 88.110 unidades por año –lo que significa que ha vendido en promedio una pistola casi cada 5 minutos, o 10 por hora–. En ese sentido, 2012 fue el año más exitoso, con 101.601 unidades vendidas, y 2017 el que menos ventas registró, con 65.456.
En términos de facturación, la compañía radicada en Ramos Mejía proyecta que venderá 89.000 de las 90.000 armas fabricadas y alcanzará los $ 345 millones en este 2018. Esta cifra que representaría un incremento del 25,9% respecto a los $ 274 millones facturados el año último, en el que la fuerte caída de las ventas (33% menos que en 2016) provocó una facturación bastante inferior que los $ 302 millones de 2016.
“2018 fue un año difícil, nos hizo replantear nuestro negocio. Estados Unidos ya no tiene la demanda de antes, este año exportamos un 12% menos a ese país. Pero se nos están abriendo otros mercados”, explicó Luis Stella, presidente y gerente General de Bersa. Entre estos nuevos mercados, se encuentran, por ejemplo, la India y Bangladesh. Y añadió: “Seguimos siendo una pyme. El mercado no da para fábricas grandes, salvo que se fabriquen otras cosas. De los $ 18 millones que invertimos en los últimos dos años, cinco fueron para seguir capacitando a nuestro personal. El resto para renovar maquinaria y la especialización de procesos”.
En la actualidad, Bersa da empleo a 110 personas, y se encuentra operando al 80% de su capacidad. Y si bien desde la compañía explican que el salto en el tipo de cambio les permitió ser más competitivos, también recuerdan que el 60% de las materias primas que emplea para su producción son importadas.
Consultado respecto al rol que pueden tener las armas en términos de violencia e inseguridad, Benso Bonadimani trazó un paralelismo con lo que puede sentir un fabricante de autos ante un choque que produce víctimas fatales, y remarcó que las armas no son creadas para eso sino para la defensa. “Las armas son un mal necesario, pero alguien tiene que hacerlas”, explicó.