Coto tendrá su propio Amazon

Se llamará Coto-Web y lo lanzará dentro de los próximos seis meses. Venderá productos de terceros y asumirá las garantías y obligaciones. Lo anticipó Alfredo Coto, quien también dio definiciones sobre el futuro del país y la "culpa" empresaria

“La globalización, la tecnificación y la informatización cambiaron al mundo. A todos los empresarios nos cambiaron las preguntas”, introduce Alfredo Coto.

A los 77 años, el empresario, emblemático de un sector como pocos, está de buen humor. No lo disimula. Tampoco, su orgullo. En unos minutos, cortará las cintas de la reinaguración de su hipermercado de Belgrano, sobre la avenida Cabildo, en cuya renovación total invirtió más de u$s 6,5 millones. El evento fue el punto de partida para las celebraciones por el 49º aniversario de la cadena. Pero Coto no se queda en el pasado. Planifica futuro. Por eso, anticipa que, dentro de los próximos seis meses, lanzará su propio “Amazon”: Coto-Web, un market-place con un modelo de negocios similar al del gigante estadounidense.

“Aunque suene un poco pedante, creo que estamos evolucionando en la Argentina a un sistema de comercialización que le gusta a la gente. Lo que no se puede hacer nunca es tratar de hacer algo que no le gusta a la gente”, define. “Por ejemplo, nos dimos cuenta de que nos venía MercadoLibre. De que llegaban otras formas de comercialización. Y tampoco las dejamos de lado”, agrega.

Coto-Web, anticipa, se lanzará en seis meses. “Se va a poder comprar similar a la forma en la que lo hace MercadoLibre. Va a haber de todo: colchones, coches… Todo lo que se ponga. Pero con algo que tendrá nuestra insignia: la marca, la garantía Coto. Si alguien compra algo y no le gustó, lo puede cambiar”, explica.

Colaboradores suyos explican que el modelo será más similar al de Amazon que al proyecto de Marcos Galperin, la empresa argentina más valiosa del momento. “Se ofrece garantía a todo lo que se vende, a diferencia de otros, que sólo ponen la plataforma y las reglas”, distinguen. Una de las primeras marcas confirmadas para el marketplace son las bicicletas STX, tanto producto final como repuestos. También, deslizan, incorporarían monopatines eléctricos. “Se van a llevar una sorpresa”, sugiere Coto. “Pero esto lo vamos a tener en seis meses más. Vamos por partes, dijo el descuartizador”, apunta.

El anticipo de Coto se produce a una semana de que otro peso pesado del retail doméstico, Garbarino, pusiera en marcha una iniciativa similar. “Nuestro canal va a tener que mirar que deberá luchar contra una computadora”, explica Coto, acerca de su proyecto, que también se anticipa a la llegada del propio Amazona al país, un desembarco tan anunciado y esperado como postergado.

Coto-Web coexistirá con Coto Digital, su plataforma de ventas online activado hace cinco años y que, hoy, representa el 7% de las ventas. “Y vamos en ascenso. Con el volumen que tenemos, es un montón”, dimensiona. En 2018, la empresa facturó unos $ 70.900 millones y, para 2019, proyectaba ingresos por encima de los $ 106.200 millones, según indicó a inicios de año al Quién es Quién que publica El Cronista Comercial.

Próximos pasos

La rueda de prensa se realiza en una especie de reservado que, después de las refacciones, quedó en el primer piso del local de Cabildo al 500. Afuera, entre las luces de los nuevos videojuegos de Zona de Entretenimiento, se van multiplicando los invitados, que van llegando en un mediodía de lluvia primaveral.

La apuesta por el online no significa desatender el canal físico. Al contrario. Cuenta Coto que ya tiene la habilitación para inaugurar en Nordelta y que está por conseguirla en La Plata. “Veremos si podemos arrancar en 2020. Pero, lógicamente, si no tenemos los fondos para aguantar esos dos proyectos que son enormes (enormes) no podemos ir hacia adelante. En el medio, le damos prioridades a emprendimientos como éste”, comenta. ¿Cuánto suman de inversión esas dos iniciativas? “¿En qué: dólares, yenes…?”, ironiza. “Son más de u$s 40 millones. Que no los tenemos, aclaro”.

Mejores perspectivas muestra su negocio de exportación. “Recibimos la autorización para venderle pollos a China y, además, estamos por inaugurar una oficina en Alemania. Como ya tenemos en Shanghái, Dubai y Chile. Eso nos va a dar potencial de ventas sin intermediarios”, señala.

“Es un infierno lo que se está exportando. El mundo quiere alimentos”, subraya. Aprovecha el pie para hablar de la coyuntura.

“Espero que los partidos políticos tomen conciencia de que tenemos un país rico. Me da vergüenza decirlo: pero, fuera de temporada, importo pomelos de Israel. Tenemos una agroindustria a la que hay que darle, cada vez, más valor agregado. Nosotros, como empresa, como multinacional argentina, lo estamos haciendo. Por primera vez, podemos decir que tenemos una balanza de pagos a favor. Y eso que compramos muchas cosas”, describe.

Tiene una muletilla Coto. “Trabajo, trabajo y trabajo”. La repite dos o tres veces durante cerca de 40 minutos. Además de los periodistas presentes, lo siguen atentos cerca de una decena de colaboradores y parte de su familia, la inseparable Gloria (su mujer) y su hija menor, Sofía, que trabaja en Recursos Humanos. Cuenta, riéndose, que las acciones ya no son suyas, sino de la familia. Y que, en una reunión de directorio, ya perdió una votación por 5 a 1 contra su esposa y sus cuatro hijos. “Pero yo tengo el veto”, aclara.

“Los metí en este lío”, dice, sobre su familia. “Pero los que siempre nos vieron transitar tantos años con trabajo, trabajo y trabajo, nos reconocen. Después, siempre habrá alguien… Alguna palabra que no calza en el idioma normal de cómo se ve el capitalismo o no capitalismo… El arte de lo posible lo tienen los políticos. Yo tengo el arte del comercio”.

Los gobiernos tienen que gobernar. Los empresarios tenemos que hacer”, define. “Tenemos que reinventarnos para no echarle siempre la culpa al gobierno. Parte de la culpa la teneos nosotros y parte, la inestabilidad y economía cambiante”, agrega.

Para él, el dólar “se fue a donde se tenía que ir; porque tampoco podíamos existir con un dólar barato”.

“Pero eso ya es politizar. Y son temas que los economistas explican muy bien. El tema es cuando no se les entiende. Ahí, vamos mal”.

“Dijo que parte de la culpa es de los empresarios. ¿En qué?”, le preguntó El Cronista.

Los empresarios tienen que hacer reflexionar al mundo de la política. Lo he tratado de hacer. Y he sido presidente de IDEA. No me fue muy bien en política. Un fracaso, tal vez. Fue en 2005. Dije: ‘La política no es para mí. ¿Qué hice? ¿Qué hice de mal?’. Y a lo mejor ahí fue el error que tiene el empresariado argentino. En Brasil, los empresarios se juntan con los funcionarios a discutir cómo van a competir en el mundo. Participé alguna vez. Me llamó la atención porque había un ida y vuelta… Nosotros no lo pudimos llevar a cabo”, reseña.

Cuenta que, con esas intenciones, asumió la presidencia del Coloquio de IDEA, en 2005. “No soy una persona preparada para determinadas cosas. Pero me convencieron diciéndome que tenía la experiencia. Acepté; dije: ‘Bueno, vamos  decir todo lo que se puede hacer acá’. Y no me salió bien. Fue mi falla en la política”.

El desenlace es conocido. Durante el Coloquio, los empresarios calculaban que la inflación de 2006 podría ser del 12%. Néstor Kirchner, furioso, lanzó su réplica desde el atril presidencial. Personalizó el escarmiento. “Yo lo conozco”, advirtió, con tono de amenaza, en un juego de palabras con el slogan de la empresa.

“Después de eso, dije: ‘Lo mío es el negocio’”, retoma Coto. “Y ese es el error de los empresarios. Tenemos que salir a decir las cosas. Alguna contestación vendrá. Pero, ¿qué nos pueden decir? Ignífugos no somos”.

Elogia a Techint. A su “amigo” Luis Pagani, de Arcor. A Horst Paulmann, de Cencosud, “un hombre que vino a advertir acá y lo admiro, porque es un hombre grande que sigue luchando”.

“El Gobierno debería apoyar al aparato productivo. Vemos que ahora hay un tire y afloje. Me dirán que soy un optimista recalcitrante. Pero no veo tanto desborde. Saben que pasaron muchas cosas que no pudimos corregir. Y que no somos el primer país del mundo. Tenemos el país que tenemos, que Dios nos dio. Por eso, la administración del Estado es lo que nos hará un país de verdad”, abre la ventana al futuro inmediato.

¿Le preocupan que vuelvan los mismos con los que la pasó tan mal?, preguntó este cronista.

“Los conozco a todos”, recoge el guante, enérgico. “Cuáles fueron mis errores y cuáles, sus errores. Los tuteo. Soy un hombre grande, que puede darse ese lujo. Los vi con esa fuerza, tanto en lo político, tanto en lo comercial. Sí, hubo errores. Y va a haber errores. Por favor. Eso no lo neguemos nunca. Pero cuidado, porque hay que hablar un poco del aparato productivo. Y no veo ninguno que lo haga. Me preocupa que alguien que me abastece me diga que se tiene que achicar. Tenemos que discutir cómo se puede llegar a poder exportar para que nunca más hablemos del dólar y tengamos la balanza de pago a favor”.

Los políticos tienen que emitir señales, insiste. “Pero creo que la política se está dando cuenta de que tienen que juntarse un poquito más y darlas”, dice. “Un país sin moneda tiene problemas. Evidentemente. Un país sin moneda no existe. Lo primero que debemos tener acá es moneda. Lo primero que debemos tener es seguridad jurídica. De esa forma, saldremos adelante”.

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