Siempre adelante radicales/adelante, sin cesar/que se rompa y no se doble/el partido radical. La máxima de la UCR, inmortalizada en la marcha radical, se puso a prueba una y otra vez desde que empezó la gestión de Cambiemos en el gobierno. Sin embargo, en las últimas semanas se acentuó el descontento por un cóctel de factores. La UCR se sigue doblando dentro de Cambiemos, pero no es claro cuánto margen queda.
Durante toda la estadía de Mauricio Macri en la Casa Rosada se oyeron voces radicales desencantadas. Sin embargo, cambió algo sustancial. Mientras que antes eran posiciones marginales representadas por Ricardo Alfonsín, hoy son dirigentes de mayor peso dentro de la estructura partidaria.
No solo sienten un destrato del PRO, que no los hace partícipes de las decisiones del Gobierno, sino que hasta hablan en lenguajes distintos.
Por ejemplo, la semana pasada se reunieron en Corrientes los tres gobernadores radicales –Alfredo Cornejo (Mendoza), Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes)– con otros correligionarios de peso para bajar las tensiones internas de Cambiemos y dar un mensaje de unidad y continuidad. En vez de interpretar eso, desde el PRO se quejaron porque en el comunicado que emitieron los radicales pidieron una revisión de la política de tarifas.
La situación en algunas provincias hizo aumentar la tensión. En casi todos los distritos del interior, los candidatos a gobernador serán radicales. No solo porque históricamente el partido tuvo más presencia, sino porque no hubo una estrategia desde otros sectores de Cambiemos para generar alternativas. Pero cuando se acerca la fecha de elecciones las autoridades nacionales coquetean también con los gobernadores opositores con quienes tienen más diálogo en detrimento de las figuras propias.
Ese fue el caso de Neuquén, en donde con tal de evitar que gane el candidato kirchnerista se imploró por una victoria del MPN. “Pechi” Quiroga, la carta de Cambiemos, quedó relegado y mermó su caudal electoral.
Pero lo mismo pasa, por ejemplo, en Entre Ríos. No se había generado una propuesta competitiva contra Gustavo Bordet y le dieron el lugar al radicalismo para que encabece Atilio Benedetti. “Pensaron que los diputados de Bordet acompañarían en el Congreso. Pero después hizo un acuerdo con Cristina, así que los diputados van a ser de Unidad Ciudadana. La estrategia salió para cualquier lado”, revela una fuente radical.
Desgaste y poder de fuego
En este contexto, la sensación no es de arrepentimiento por lo que se hizo. El “evitamos ser Venezuela en 2015” y “no podíamos hacer lo de Chacho Álvarez” es compartido. Pero se sienten desgastados por el destrato constante. Y, en un año de elecciones, saben que tienen poder de fuego y algunas cartas para negociar. Y si se sigue tirando de la cuerda están tentados a ser más creativos.
Hoy Mauricio Macri y Cristina Kirchner están plantados como las opciones más competitivas por el núcleo de votantes que tienen. Pero el alto rechazo de ambos, que ronda el 60%, hace que muchos piensen en alternativas. Y no solo Roberto Lavagna, Sergio Massa o Juan Manuel Urtubey se esperanzan con terceras posiciones, sino que los radicales también lo imaginan. “Con ese nivel de rechazo no pueden ganar, algo va a pasar”, confiesan desde el mismo lugar.
Las dos alternativas
Igualmente, por el momento nadie se anima a dar el primer paso, ya que no saben para dónde puede salir el tiro. La carta que tienen reservada es la que se mencionó el mes pasado: que Martín Lousteau se presente a competir en las internas frente a Macri.
Se diferencia de la otra eventual negociación, la de poner al vicepresidente. Es que para eso se necesitaría el visto bueno del PRO, y parece difícil que la estrategia electoral amarilla indique ceder ese puesto. En cambio, si en la convención radical –posiblemente en mayo y en Jujuy– se decide presentar a Lousteau dentro de Cambiemos, el PRO no se podría oponer.
Es que, si bien reconocen que el aparato de campaña del PRO ha demostrado su efectividad en reiteradas elecciones, señalan falencias evidentes por fuera del período electoral. Y, cansados del destrato durante el período de administración, analizan esa movida que se acercaría al límite de las reglas de juego. Es decir, doblarían un poco tratando de no romper.
Igualmente, el anuncio del Gobierno sobre el aplanamiento de tarifas fue recibido como una buena señal desde el partido centenario. El tiempo dirá si es un punto de inflexión para recomponer la relación o si es un gesto insuficiente.