El presidente Alberto Fernández enfrenta un dilema similar al de uno de sus predecesores favoritos y que tantas veces elogió en su corto mandato. Al igual que Raúl Alfonsín, el titular del Poder Ejecutivo está aislado y sin socios estratégicos en el vecindario de América del sur. Más aún, sin chances de entablar sintonías con Brasil, Paraguay y el Uruguay, con los que comparte la unión aduanera del Mercosur.
La decisión intempestiva de abandonar toda negociación comercial con vistas a lograr rebajas arancelarias en el mediano plazo a causa de la crisis económica que desatará en la región la pandemia de coronavirus tomó por sorpresa a los otros tres socios, impacientes desde hace semanas por establecer un calendario de negociaciones, sobre todo, con Corea del Sur.
La noticia no deja de ser una mala señal para la salud institucional del bloque económico, pero no se desmarca demasiado de las salvaguardas que están improvisando otras naciones. Es el caso, por ejemplo, de Japón, que evalúa por estas horas quitar el pie del acelerador a la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés).
Con notorias diferencias ideológicas con el brasileño Jaír Bolsonaro, el uruguayo Luis Lacalle Pou y el guaraní Mario Abdo Benítez, que presionaban para reanudar la marcha, mientras la agenda local pasa por la emergencia sanitaria y la negociación por el canje de la deuda con los bonistas privados, Fernández dio claras instrucciones de no innovar en los acuerdos.
La respuesta argentina cayó mal en el resto de los socios que, sin embargo, no prevén detenerse. Eso implicaría claramente romper con las reglas del bloque, ya que la Resolución 32/00 prohíbe las negociaciones de acuerdos comerciales por separado.
Desde el gobierno anterior, Brasil y sus vecinos más liberales pretenden flexibilizar las normas de negociación y por eso el jefe negociador de la Cancillería brasileña avisó que no esperarán ni detendrán los acuerdos en el borrador.
Tal premisa cae a cuenta de que el gobierno argentino reasumirá la presidencia rotativa del bloque a fines de diciembre, y por tanto es de esperar que el resto busque un cierre de las negociaciones antes que el martillo pase a manos del albertismo-kirchnerismo.
El encargado paraguayo para el Mercosur, Didier Olmedo, reconoció el hecho "sin precedentes" para el bloque y admitió que deberán esperar la posición de las contrapartes, en especial Corea del Sur y Canadá, para saber si aún encuentran de interés un acuerdo sin la Argentina, o bien prefieren esperar y pujar en conversaciones bilaterales para volver a sentar a la administración de Fernández a la mesa.
Este semestre, el primero de convivencia en el poder de Fernández y Bolsonaro, junto con la crisis que desató el Covid-19, el bloque prácticamente cayó en un inmovilismo que inquietaba a los guaraníes, que incluso ponen en duda la realización de la cumbre de líderes prevista para julio en Encarnación. Sería la primera ocasión en que el cuarteto de mandatarios se vería cara a cara.