Tras una semana en que volvió a dispararse el dólar y se renovaron los temores por el traslado a precios (pass through ), el Gobierno se aferra a su estrategia de convencer a los actores económicos y a la ciudadanía, insistiendo acerca de que la actividad empezó a rebotar a partir de noviembre y en especial en diciembre, dependiendo de los sectores. En prolongadas reuniones entre los ministros y funcionarios económicos relevantes del gabinete habría surgido la necesidad de instalar los datos disponibiles para sustentar la idea.
El argumento central es que analizando diversas actividades, un semáforo sectorial indica que en enero de 2019 comenzaron a aparecer las luces verdes, en contraste con el desempeño de los meses anteriores.
Tomando datos oficiales, el Ministerio de Hacienda pone el acento en que en enero el indicador de difusión llegó a 66,7%, una mejora relevante frente al 50,0% de diciembre de 2018, el 26,7% de noviembre y el 36,7% que se alcanzó el octubre. El indicador de difusión mide los sectores que registran mejora en la actividad.
El análisis oficial considera desde los datos de producción agropecuaria e industrial, la construcción, la actividad inmobiliaria y el comercio exterior, hasta el consumo, la inversión y el nivel de empleo. En el caso del consumo, por caso, se evalúan los indicadores de ventas en centros de compra y supermercados, patentamiento de autos y motos, e incluso la recaudación asociada al consumo, como los montos ingresados en concepto de IVA y del impuesto al Cheque.
Sobre 24 indicadores que ya cuentan con información oficial relevada al mes de enero de 2019, 16 de ellos presentan datos positivos comparados con el mes precedente. Así, para el Gobierno la foto de la economía hoy muestra una recuperación, que entusiasma al elenco gubernamental en el prólogo del calendario electoral.
Si bien desde los despachos oficiales reconocen que en la comparación interanual la mayoría de los indicadores todavía reflejan una caída o contracción de la producción, también resaltan que la percepción de los ciudadanos está enfocada más en lo que ocurre en la comparación desestacionalizada, esto es, en la medición en relación al mes anterior, donde se ven las mejoras a partir de bases de comparación, en general, bastante bajas.
Esta una mirada, tan válida como cualquiera. Pero el ciudadano de a pie pareciera más propenso a percibir la realidad económica según su capacidad de compra, el crecimiento o estancamiento en la actividad en que se desempeña, e incluso el mayor o menor temor a perder su trabajo. Esta lógica contradice en parte el argumento oficial.
En el detalle de indicadores sobresalen la fuerte reacción de la producción de laminados de acero no planos en caliente (26,5%) en enero, luego del desplome de 27,3% en diciembre, o la producción de acero con un salto del 15,1%, influido por la fuerte demanda de tubos para la industria petrolera.
En cuanto a la construcción, hasta mediados de 2018, se destacan los despachos de cemento (3,0%) y de asfalto (7,8%).
Además, el Índice de Producción Industrial registró un avance del 4,6% en enero pero en 2018 cayó 5% en relación de 2017, y la producción de hierro se desplomó 15,5 por ciento.