Cuando la información está bien organizada, es fácil entender una realidad.
Y la realidad dice que a 100 años (casi) de la Reforma Universitaria, la política de educación llega llena de eslóganes y vacía de resultados.
Hoy Argentina tiene sólo 28 graduados cada 10.000 habitantes, contra Chile que logra 48. Los dos países pasaron por sangrientas dictaduras hace 30 años pero resolvieron luego el tema universitario con políticas distintas.
El “clamor” por el ingreso irrestricto fue un desacierto histórico. Dice Alieto Guadagni: “En Brasil y Chile se aplican exigentes exámenes de ingreso, con el propósito de estimular el estudio entre los alumnos secundarios que aspiran a una posterior graduación universitaria. Estos exámenes son bastante parecidos a los vigentes en Cuba, Ecuador, México y Colombia, al igual que en Vietnam, China, Japón y Corea del Sur e incluso en todos los países europeos”.
En los últimos 10 años, con los poderosos presupuestos que el kirchnerismo destinó a las universidades públicas (incluyendo la creación de muchas), Argentina logró un 53% de incremento de sus graduados. Brasil creció 86% y Chile 147%.
“El régimen de ingreso actual en la Argentina, aprobado por la Ley 27.204, es muy original, ya que no rige en casi ningún otro país del mundo. Al eliminar la posibilidad de establecer exámenes de ingreso, excluye también la motivación que necesitan los alumnos secundarios para aprovechar al máximo la preparación de dicho ciclo e incorporarse con las mejores aptitudes al ciclo superior, perpetuando los elevados niveles de deserción escolar prevalecientes en nuestras universidades tanto estatales como privadas”, concluye Guadagni.
Debate abierto.
Verdades incómodas: la “popular” Argentina tiene muchos menos graduados universitarios que la “derechosa” Chile
“Universidad de los trabajadores / y al que no le gusta / se jode, se jode”. Entonado como una “bandera de lucha” desde 1983 en contra de cualquier tipo de examen de ingreso a las universidades públicas desde la FUC (Federación Universitaria de Córdoba) y cualquier organización “del arco progresista” (sic), ese canto es el más claro ejemplo de una consigna no sólo vacía, sino mentirosa y dañina.
Contundente informe de Alieto Guadagni y el Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano.