Si Calchín en vez de un pueblo fuera un candidato a algún cargo público, ya habría dado el primer gran paso: hacerse conocido. Y todo gracias a los pies de Julián Álvarez, el reciente Campeón del Mundo con la selección argentina.
Es que el joven nació en ese pequeño pueblo cordobés. Allí dio sus primeros pasos como futbolista, en el Club Atlético Calchín. Más temprano que tarde, las autoridades de la institución le dieron su nombre a la cancha de fútbol.
Con este condimento, y pensando en la próxima temporada de la Liga Independiente de Fútbol (LIF), posiblemente muchos niños y jóvenes quieran pisar el suelo donde se formó el goleador argentino. Quizás eso les otorgue una ventaja respecto de los demás equipos.
Aunque hasta ahora la alta visibilidad no se haya traducido en oportunidades laborales o nuevas inversiones en el pueblo, ya son varias las marcas locales que usan en sus slogans el nombre del pibe.
El intendente local, Claudio Georgerino, ha dado entrevistas en todos los medios de Córdoba y del país. Otro capital que, oportunamente, podría ser bien utilizado.
En el pueblo ya hay quienes quieren convertir en museo todo lo que Julián tocó. El aula donde hizo primer grado, la plaza donde jugaba, la casa paterna, la calle donde pateaba la pelota…Ya vendrán esos tiempos.
Todo el pueblo está trastocado por su enorme figura. Quizás, y como dice el refrán, para muestra sobra un botón: tras conseguir la Copa del Mundo, Julián Alvarez fue recibido por unas 15 mil personas en su Calchín natal.
La ocasión sirvió para que muchos fanáticos pudieran verlo, pero también significó una oportunidad laboral para otras personas. Hubo venta de comida, bebidas, remeras y hasta espuma loca. A todos les fue bien ese día.
Calchín seguirá de fiesta, si Julián también lo está.