Ya se sabe, la industria del software no para de crecer en Córdoba. El año pasado creció 11% en facturación en dólares, 46% en ventas en el exterior y 15% en cantidad de empleados. Y este año suponen que se mantendrá ese ritmo. Pese a todo, siguen faltando programadores en el país.
En pocas palabras, un programador desarrolla soluciones tecnológicas para que sean interpretadas por una máquina. Y, aunque no se vea, el software está detrás de casi todas las cosas que se utilizan cotidianamente, hasta cuando se escanea el código de un producto en el supermercado.
Por lo general, las empresas de software están radicadas en las grandes ciudades. Pero hay al menos una ciudad del interior del interior del país que rompió con ese paradigma.
Se trata de Villa del Rosario (con apenas 20 mil habitantes), a 70 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Allí funciona el Instituto Superior, que desde hace una década dicta la carrera en desarrollo de software.
De esa casa de estudios ya egresaron unos 200 programadores. Muchos de ellos trabajan actualmente para distintas empresas del país o del exterior.
En expansión
Enzo Varela (42) es docente del Instituto. Según cuenta, hace 10 años, cuando inició la carrera de programación, salían a buscar a los alumnos. “Ahora estamos desbordados. Algunos inscriptos quedan afuera”, señala a InfoNegocios.
La carrera dura tres años, y otorga un título con validez nacional en técnico superior en desarrollo de software.
Según Enzo, la mayoría de los estudiantes son jóvenes de entre 20 y 30 años, aunque dice que también egresaron estudiantes de 40 o 50 años. “En el último tiempo se han ido sumando más mujeres”, apunta.
Para explicar la expansión de los últimos años, dice que los alumnos llegan al instituto sabiendo que tendrán trabajo al recibirse o incluso antes. Y agrega que los altos sueldos (tanto si trabajan en Argentina como para el exterior) también inciden en la elección de esta carrera.
Pero aclara: “Si solo te acercas a este trabajo por una cuestión económica no la vas a pasar bien”.
La rutina de un programador
Aunque puede variar de una empresa a otra, por lo general la jornada de trabajo de un programador es de siete horas. Además, suelen no trabajar los fines de semana; pueden tomarse un día libre al mes y participan de un esquema de premios que los ayuda a incrementar sus ganancias.
“Esto es así, pero también es cierto que mientras están en el trabajo se la pasan en el teclado”, dice Enzo, que además de docente fundó en Villa del Rosario la empresa GoodApps, que ya cuenta con unos 20 colaboradores.
Enzo, que es analista en sistemas, licenciado en tecnología y que además está cursando la maestría en dirección de empresas, cuenta que las empresas de software trabajan por objetivos.
“Todos los días se les pregunta a los empleados qué hicieron el día anterior, qué harán hoy y si están trabados en algo, para poder ayudarlos. Todo esto junto a un equipo de personas. Aquí no importa a la hora que trabajes en la medida que se cumplan los objetivos”, señala.
Rompiendo moldes: GoodApps
GoodApps es una empresa de Villa del Rosario en pleno ascenso. Es, además, la prueba de que se puede hacer software en el interior del interior del país y para el mundo.
Actualmente cuenta con 20 colaboradores (muchos de ellos egresados del Instituto Superior), algunos trabajando desde el exterior. Hacen software para distintos países del mundo, entre ellos EEUU, España, Inglaterra y México.
También trabajan para Google, para el que crearon una aplicación con inteligencia artificial donde se puede realizar un autodiagnóstico para ver si se es capaz de enseñarle a otros. Para ello se deben responder 70 preguntas.
“La empresa se retroalimenta del instituto. Es nuestro aliado estratégico”, dice Enzo, fundador de GoodApps.
Enzo empezó con esto hace diez años. Fue tras renunciar a su puesto como empleado en la cooperativa eléctrica local.
El año pasado recibieron un reconocimiento del Gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, por el desempeño de la firma.
Actualmente están lanzando un producto para comercios, que tiene un cruce con la sustentabilidad, eliminando papeles, impresoras, tintas, y todo lo que tenga que ver con la huella de carbono. “La visión es dejar atrás la libreta del almacenero”, señala Enzo.