El Candil es una de las lomiterías estrellas de la ciudad de Córdoba que planea abrir franquicias en el interior, incluido Río Segundo. Ya lleva 45 años acompañando a los cordobeses con una receta que no falla: comidas artesanales, capacitación a los empleados y respeto por el cliente. En la Semana del Lomito, Nicolás Leal, manager de la empresa, resalta que los valores fueron el principal legado de sus abuelos Elsa y Hugo, los fundadores.
“Tenía 13 años cuando me fui a vivir con mis abuelos. Ahí pude entender realmente cómo ellos hacían lo que hacían. El trabajo, la caridad y el respeto son valores que aprendí de chico. Entendí que la empresa es un triángulo de tres puntas: el producto, el cliente y los empleados. Sin uno de esos lados, la estructura no se sostiene”, explica Nicolás.
Lomitos en un garaje
La historia de El Candil arranca hace 45 años de la mano de un matrimonio compuesto por dos hijos de inmigrantes (polacos e italianos). Elsa vendía rifas recorriendo las calles de Córdoba. Lo hacía a pie o en un Fiat 600. Hugo en cambio era empleado del Correo.
A través de un crédito del Banco de Córdoba, pudieron comprar un terreno y comenzar a levantar la casa a la altura 5448 de la avenida Colón. El matrimonio planeaba abrir una heladería en el garaje de la vivienda, pero un compañero de trabajo de Hugo logró cambiar el curso de la historia. “Le dijo: ‘flaco, hoy el boom es el lomito’. Y le prestó una plancha. Y así empezó todo”, recuerda Nicolás.
Hugo y Elsa vivían en el campo y acostumbraban comer todo casero. Así surge la receta de la mayonesa, todo un ícono en El Candil. Además, el producto se mantiene con la misma impronta artesanal. La verdura se lava a mano, una tierna carne de lomo, el pan también seleccionado. Todo se prepara en el momento.
“La suma de los detalles hace a la calidad”, asegura Nicolás, citando una frase del creador de las normas ISO.
El mundo siguió girando
Esta tradicional lomitería se mantuvo a través del tiempo respetando el producto, los clientes y los empleados. La empresa tiene hoy trabajadores de 22 años de antigüedad. Para mantener la calidad en sus franquicias, los capacita en Casa Central.
A su vez, al cliente se lo respeta con el precio, sin incrementos desmedidos. “El Candil atraviesa generaciones y clases sociales porque no me la creí con el precio”, sostiene Nicolás.
En pleno siglo 21, la empresa modernizó su infraestructura para amoldarse a los tiempos que corren. “En Buenos Aires está muy de moda el concepto de bodegón, lo vintage y todo lo que nos recuerda el pasado. Nosotros nos tuvimos que actualizar para dar respuesta a las demandas de las nuevas generaciones”.
Finalmente, la carta también se amplió, incorporando wraps, ensaladas, milanesas y cafetería. “Mantuvimos la calidad de un producto artesanal, pero actualizado a los tiempos que corren. El mundo siguió girando”, resume el manager.