En ocasiones elegir una carrera universitaria puede acarrear un monto de angustia en los estudiantes de secundaria. Un alto porcentaje de ellos dice sentir presión al momento de tomar esa decisión.
Las causas son variadas: la incertidumbre sobre el futuro laboral, la influencia de la familia, la falta de información adecuada y la necesidad de cumplir con las expectativas sociales son algunas de ellas.
Romina Baudo, asistente social, especializada en orientación vocacional, tiene un mensaje que puede ser útil para aliviar un poco el peso de ese momento de la vida. “Lo primero que decimos es que lo que elijan cuando salgan del secundario no tiene porqué ser para toda la vida”.
Además señala que ser estudiante es solo un aspecto de la vida. “También debería quedar tiempo para los amigos, la pareja, el deporte, el tiempo libre…”, dice.
Sobre la vocación, Baudo señala: “Para nosotras son esas actividades que nos gustan realizar, que nos hacen felices. Esas tareas en las que se nos pasa el tiempo y no nos damos cuenta”. Para explicarlo mejor trae un concepto de la cultura japonesa, en el que su academia también se apoya: el Ikigai.
Ikigai significa “razón de ser” o “pasión de nuestra vida” en japonés. El Ikigai es el punto exacto donde se unen la pasión, la profesión, la misión y la vocación de cada persona.
La proposición sería más o menos así: cuando unes lo que amas con lo que sabes hacer encuentras tu pasión; cuando unes lo que sabes hacer con lo que otros están dispuestos a pagar tienes tu profesión; cuando unes lo que puedes hacer por el resto del mundo con algo que te pueden pagar es cuando encuentras tu vocación, y en el lugar donde se une lo que de verdad te gusta y te hace feliz con aquello que el mundo necesita, es cuando encuentras tu misión en la vida.
Queremos Acompañarte
En 2019 Romina Baudo y Valeria Picoletti (Psicóloga, también especializada en orientación vocacional) formaron la academia Acompañarte, un poco apoyadas en sus experiencias personales. “A ambas nos costó mucho saber qué queríamos estudiar”, reconoce Baudo. El espacio busca proporcionar nuevas herramientas a los estudiantes para luego tomar la decisión sobre qué estudiar. Por su academia ya han pasado muchos jóvenes.
Se trata de la única en Pilar, y está entre las pocas que existen en el interior provincial. Su academia tiene una organización que las distingue de las demás ofertas: abordan el tema de la orientación vocacional en grupos. “Encontramos que el trabajo grupal es más llevadero. Además la experiencia del otro también ayuda”, asegura Baudo.
También hay otro abordaje que las distingue. “Nuestro enfoque va más allá de qué estudiar. Apuntamos al autoconocimiento de los jóvenes. Eso les servirá para elegir una carrera, pero también para otras cosas”, señala. Y explica que la decisión de qué estudiar debe estar basada en el autoconocimiento y no en la presión externa.
Orientación y reorientación vocacional
La oferta de Acompañarte se organiza en tres grupos: orientación vocacional, reorientación vocacional y búsqueda laboral.
La orientación vocacional se trabaja en grupo y consta de seis encuentros. Baudo se apura en aclarar que no se trata de un test. “Todavía hay quienes dicen que se quieren hacer el test de orientación vocacional, como si eso les fuera a decir qué tienen que hacer después. Nosotros buscamos que elijan ellos, no el test”.
Según cuenta todo va saliendo de los distintos encuentros. Allí primero se empiezan a vincular áreas y recién ahí comienzan a aparecer las opciones de carreras.
Dice que después se realiza una búsqueda de a dónde se puede estudiar la opción elegida, si se puede o no cursar de manera virtual y cuáles son las materias. Asegura que esto también incide en la decisión de elegir una u otra carrera.
Recién en el último encuentro abordamos qué estudiar. “No se lo decimos nosotros, lo descubren ellos”, asegura Romina Baudo.
El segundo grupo se compone de aquellos que aun habiendo elegido una carrera tienen dudas si quieren o no continuar cursándola. También de aquellos que ya probaron varias opciones y ninguna les resultó satisfactoria. Así nació el grupo de reorientación vocacional.
“En este caso trabajamos cuatro encuentros de manera individual. Nos dimos cuenta que en muchas ocasiones las crisis no son vocacionales, sino que aparecen frustraciones vinculadas al hecho de ser estudiantes. Por eso acá enseñamos técnicas de estudio y planificación del tiempo”, explica la especialista.
Me recibí, ¿y ahora?
Baudo cuenta que en el trabajo de campo surgió otro grupo: aquellos que, una vez recibidos, no saben cómo enfrentarse al mundo laboral. “Acá los preparamos para sus primeras entrevistas laborales o le enseñamos a confeccionar un currículum”, dice. La especialista recomienda que esto vaya armándose antes de recibirse.
Y cuenta que hay quienes hacen el recorrido al revés: empiezan trabajando y después se van formando. Su enfoque, refuerza, parte del autoconocimiento. “Eso sirve para todo, no solo para elegir una carrera”, cierra.