De acuerdo con Darío Sombra, licenciado en planificación y diseño de paisaje de la UBA, existen tres alternativas al a hora de idear un espacio vidriado para instalar un solárium.
Para aquellas estructuras ya construidas, existe la opción de adosar un solárium: “es una habitación con techo y paredes de vidrio que puede ubicarse en pequeños patios o balcones para así aprovechar este espacio muerto y reutilizarse”, explica el profesional. Además, como se repetirá en los próximos casos, el vidrio permite el fácil ingreso del sol lo que no sólo calefacciona el lugar naturalmente sino que también capitaliza la luz y evita el desgaste energético innecesario.
Las segunda y tercera alternativas ya suponen la instalación de estos solárium en casas o edificaciones aún en construcción, pues una propone la utilización de un techo de vidrio –“las paredes son las tradicionales y pueden contar con ventanas pero no es necesario”-; y la otra un ambiente directamente concebido desde su origen en vidrio en su totalidad.
¿Cuál es el más conveniente? “Depende del uso”, indica Sobra y continúa: “si uno quiere tener su propio invernadero, la opción de solárium adosado es la mejor pero para aquellos clientes que prefieren un lugar de reparo y descanso con conexión hacia la naturaleza, las otras dos alternativas son convenientes”.
Los pros saltan a la vista pero los contras son regionales: “las altas y bajas de temperatura en nuestra provincia y la falta de lluvias juega en contra durante el verano”.
A un lado y que pase el sol
Los solárium comienzan poco a poco a formar parte de los proyectos de todo tipo de construcciones gracias al avance de la arquitectura bioclimática (muy ligada a la tendencia “green” que propone capitalizar los recursos naturales a favor de las necesidades de los clientes). Así se aprovecha el espacio, la energía solar y calefacción natural. Cuáles son las opciones, en nota completa.