Un baño que a veces pretende participar visualmente del verde del jardín, y otras requiere total intimidad; o la oficina de un gerente que necesita contacto visual con el equipo a veces, y otras total privacidad; vidrieras que necesitan en determinados horarios esconder sus productos, o tan sólo protegerlos de los rayos UV. Muchas son las ocasiones para su uso, si se dispone de presupuesto para detalles tan ostentosos.
Estas películas de no más de 7mm, son el resultado de la interacción de la electrónica, la óptica y los materiales.
La lámina se pega directamente sobre éste, y ajusta la luz bajo la presión eléctrica.
Disponen de cuatro funciones básicas: estado transparente (encendido) que permite visión total; estado blanco opaco (apagado) para privacidad o seguridad; efecto oscurecimiento que permite elegir situaciones intermedias entre encendido y apagado más una función pantalla de doble lado, es decir que se puede utilizar como superficie para proyectar (en ambas caras) videos 2D, 3D de alta calidad, sin límite de ángulo de visión, o bien como efecto holograma en estado transparente y translúcido, comúnmente usado como espacio de publicidad en locales comerciales e inclusive en la vía pública.
Este “chiche” es propiedad de Chiefway y en Argentina distribuido por la firma America Zemel SA.
Un film inteligente
(Por Sara Bongiovanni) Cuando de niveles de privacidad se trata, muchas veces un proyecto debe rescindir ciertas características de diseño por responder a la funcionalidad, sobre todo cuando la demanda es explícita.
En una oficina privada se resuelve con tabiques o cortinados, en una vivienda igual; a costa de interrumpir la integración visual. Ahora bien, ¿qué pasaría si con sólo apretar un botón velamos un vidrio en dos segundos y viceversa? Hoy es posible, porque la tecnología no tiene límites, aunque sí cobra con creces sus avances. Las láminas Smart Film hacen todo esto por usted al módico precio de 2000 dólares el m2.