La Voz del Interior nos informó ayer que Carlos Helbling y Gustavo Viramonte compraron la sociedad Banco Suquía SA que –con activos residuales- aún poseía el Credit Agricole, la entidad francesa que huyó con la última crisis obligando al Banco Nación a hacerse cargo de la entidad (como Nuevo Banco Suquía SA) que luego compró Macro para cambiarle el nombre y unificarla a su red.
Pero una cosa es la sociedad Banco Suquía SA y otra la marca. Suponiendo que los nuevos dueños consiguieran del BCRA la autorización para captar depósitos y otorgar préstamos, lo deberán hacer bajo otra marca: Banco Suquía, como marca registrada, es propiedad del Banco Macro a través de la sociedad Nuevo Banco Suquía SA y –lógico sería- la entidad no permitiría que le salga una competencia con un nombre tan arraigado en la mente y el corazón de los cordobeses.
Aunque vuelva a operar, el Banco Suquía SA no podrá llamarse “Banco Suquía” (de marcas y nombres)
'Yo me llamaba Suquía,
Ese nombre me quitaron,
Que de nuevo me lo den,
Que así quiero ser llamado'.
Eso escribió el poeta Arturo Capdevilla hace muchos años y fue el texto que la agencia Oxford utilizó en una campaña que consiguió su objetivo: que el Río Primero se volviera a llamar Suquía. Oxford era la agencia del Banco Suquía y lograba de esa manera potenciar la marca y afianzarla más en el corazón de los cordobeses.
La historia -como el río- siguió su curso: los Roggio vendieron el Banco Suquía a los franceses del Credit Agricole que se asustaron con la crisis del 2002 (qué flojitos, ¿no?) y huyeron dejándolo a la deriva para que lo tomara el Banco Nación. Allí permaneció hasta que pasó la tormenta y Jorge Brito lo compró para sacarle luego la marca y unificarlo con su red de bancos.
Pero… ¿puede volver el Banco Suquía desde las cenizas? (Por qué no, en nota completa).