A contramano del retroceso en el consumo de vino, la venta de cervezas experimenta una explosión que se refleja en nuevas marcas, en la proliferación de patios cerveceros y en paladares cada vez más exigentes. Y es que esta bebida tiene un resurgir (su época de gloria fue desde 1905 a 1930) a principios de los ’90 cuando los norteamericanos (son los que imponen la moda) comenzaron con la producción casera, consiguiendo una cerveza de calidad superior a la industrial, en aroma y sabor. Este impulso fue contagiándose por todo el mundo y en Argentina la tendencia arrancó a principios de 2000.
Cibart tiene su origen en esa época, de la mano de Luis Alesio Cragnolini, quien hacía cerveza como hobby. Ante la necesidad propia y de los pocos que elaboraban como él, comenzó con la provisión de insumos y a capacitar gente que quería aprender. Se trata un emprendimiento que ha crecido notablemente (hoy son 15 trabajando ahí) y es considerado la cuna de muchas cervecerías conocidas. “Por acá pasan alrededor de 250 personas por temporada para capacitarse y nosotros después las seguimos asesorando. Toda cervecería en Argentina ha tenido algo relacionado con Cibart”, confiesa orgullo Cragnolini.
De hecho, es la única empresa argentina que brinda una solución integral a los cerveceros y se apoya en tres pilares: la capacitación, la provisión de materias primas y la de equipamiento. Dicta cursos para cerveceros que se quieren iniciar y para cervecerías (ya sobre temas más específicos y relacionados con la producción). “A diferencia de hace 10 años, el público amateur se acerca con una inquietud más clara y con un poquito más de conocimiento”, resume Luis.
Cibart diseña, fabrica e instala equipos de producción y asesora al cliente. Comercializa maltas nacionales e importadas como BestMalz (Alemania) y Castle Malting (Bélgica). Lo mismo ocurre con los lúpulos (vende nacionales e importados de EEUU y Alemania), mientras que las levaduras son todas extranjeras (Nottingham, Windsor, Diamond, Munich). “Tenemos tres unidades de negocios: el amateur que siempre ha sido nuestra base, las cervecerías y los distribuidores, que son negocios en otras provincias a los que le proveemos de forma mayorista; por eso siempre estamos actualizados, vamos a las ferias, probamos lo nuevo y ni bien sale al mercado, ya lo tenemos”, sostiene Cragnolini.
La empresa supo adaptarse al desarrollo del mercado cervecero y a los vaivenes de la economía nacional, por eso nunca tuvo caídas. En un principio instalaba equipos y hacía capacitaciones en el exterior pero a partir del 2015, con el dólar barato y la apertura de negocios similares en otros países, Cibart se retiró del escenario internacional. Como contrapartida, fue creciendo el mercado interno.
El boom cervecero
Lo que contribuye es la apertura de la importación y sobre todo de barriles de calidad, con buenas características térmicas. El ingreso de barriles es lo que le da la posibilidad a las cervecerías de empezar a trasladar el producto. “Nosotros veníamos capacitando gente; se abrían cervecerías pero se encontraban un poco frenadas en el proceso de comercialización, porque la botella no era lo más adecuado para transportar la cerveza”, explica el director de Cibart.
La “Nespresso” cervecera
Cualquier persona (tenga conocimientos previos o no) puede hacer una cerveza buena. La calidad radica en la implementación de materias primas adecuadas para cada estilo. Cibart comercializa el Kit All Beer que permite hacer (en casa) diferentes estilos de cerveza (22 botellas de una vez) en solo tres pasos. Es una forma fácil de obtener un producto de calidad para compartir con familia y amigos sin la necesidad de hacer cursos ni comprar equipamiento complejo (se puede beber después de una semana de su elaboración).
Lo que se viene
Hace más de una década las cervezas amargas no gustaban tanto; actualmente las Indian Pale Ale (IPA) son las estrellas. “Los estilos que vienen y prometen estar instalados para el verano 2019 son la New England IPA (NEIPA) y las cervezas ácidas” vaticina Cragnolini.