En 2013, tras dejar su antigua empresa de software y electrónica, Matías Peire comienza un nuevo proyecto. “Surge con la idea de que había una oportunidad importante en vincular el mundo científico con el mundo productivo”, recuerda.
Empezó a buscar alternativas para un modelo que pudiera aplicarse a esta vinculación con la idea de que se tenía que dar en el marco de la industria del capital emprendedor. El proceso duró 3 años y el resultado fue una empresa que “construyera” empresas.
El modelo de GridX es conocido como company builder y su trabajo es intervenir en un proyecto y formular la idea lo suficiente como para presentar un venture capital. “En principio nuestra intervención tiene dos aristas: una es armar el equipo y la otra empezar a ver qué modelo de negocio se puede hacer con esa tecnología”, comenta el fundador de la empresa.
En 2016 armaron el primer fondo y un año después lo lanzaron formalmente y comenzaron a invertir con los primeros inversores. Desde entonces han invertido en unos 20 proyectos científicos con el objetivo de convertirlos en proyectos de empresas.
Entre ellos:
- Stamm: trabaja en el diseño de un biorreactor con una tecnología que permite aumentar la productividad y reducir la escala de fábricas de bioprocesadores (por ejemplo, para hacer escalar las vacunas).
- Beeflow: aplican tecnología para el cuidado de las abejas con el objetivo de mejorar la polinización de cultivos.
- Zev Biotech: kit de diagnóstico con una tecnología kasper que permite la detección rápida del coronavirus.
- Cell farm: extrae células de vacas para “hacerlas crecer” y luego pasarlas a un biorreactor para que se reproduzcan. El objetivo es obtener “carne cultivada”.
GridX cuenta y administra un fondo propio que se creó a partir del aporte de inversores entre los que se encuentra Bagó, Vicentin, Gador, Sinergium y Marcos Galperín.