La maternidad de Laura fue lo que despertó el impulso por emprender y durante las noches de desvelo surgió la idea de este negocio, reconociendo la necesidad propia. Caro no tardó en entusiasmarse y aunando criterios le dieron alas al proyecto.
Comenzaron produciendo sus 16 primeras bandanas (reemplazo del babero) y eso fue el inicio que devino en la contratación de un primer taller hasta llegar a los ocho talleres con los que trabajan hoy, además de tener una diseñadora con quien van creando los modelos de prendas.
Las tareas está bien distribuidas: Caro gestiona toda la venta (inclusive la online) y Laura se encarga de gestionar los talleres. Hay objetivos de venta semanal y mensual y objetivos de gestión de stock para las ventas semanales. El crecimiento es armonioso.
El foco está puesto en la venta mayorista, de hecho hoy ya son unos 160 locales en el país (en más de diez provincias) los que comercializan sus productos.
En agosto Happy Life cumplirá dos años y la intención es posicionar la marca para comenzar a franquiciar quizás en un año más.
Sus impulsoras definen sus diseños como “modernos, ropa canchera con elegancia y colores cálidos, inspirados en las tendencias europeas”. También tienen una línea completa de ropa de cuna, cama y accesorios complementarios.
Lo diferencial de este negocio es que sus dueñas escuchan la necesidad de sus clientes y van creando en base a los pedidos y sugerencias que reciben.
Además de la venta por mayor, la apertura de un showroom en zona norte fue pensada para aquellas mamás que buscan prendas al por menor, con precios de fábrica.