“Desde que se aplica la Ley de Alocholemia Cero, la gente llega al restaurante y no prueba siquiera los vinos que las bodegas ofrecen para degustaciones. Hay fines de semana que apenas vendo cuatro o cinco botellas de vino”, comenta Omega cuando se le pregunta por el verdadero impacto de la “ley seca” que el delasotismo aprobó hace casi un año y que se implementa desde junio.
La prohibición de que el conductor tome siquiera una gota de alcohol hundió las ventas de restaurantes del Gran Córdoba. “Si antes hacía (sic) 150 cubiertos ahora hay fines de semana que apenas tengo 30”, se sincera.
Antes de esta norma, el máximo tolerado de alcohol en sangre era de 0,4 gramos por litro - lo recomendado por la OMS - lo que permitía tomar “una copita” de vino.
La implementación del sistema afectó a más de 50 centros gastronómicos concurridos por habitantes de la ciudad de Córdoba en un radio de 50 a 100 kilómetros, según publicó el diario Comercio y Justicia hace unos meses.
Pero Omega no se queda de brazos cruzados y llevará su espíritu emprendedor (el que lo hizo reconocido en el mundo empresarial cordobés a través de All Technology) a otros lugares.
Uno de ellos puede ser Uruguay u otro lugar “donde haya más estabilidad para los que invierten”, dice.
Hasta que eso ocurra, analiza abrir Gran Vadori sólo al mediodía y utilizarlo como salón de eventos nocturnos.