A diferencia de un anteojo tradicional, el de titanio es un producto mucho más liviano -pesa la mitad que otro típico- es más delgado y tiene una durabilidad mucho mayor. En síntesis, es un producto de muy alta calidad y los insumos necesarios para su fabricación cuestan hasta 5 veces más que los de un anteojo tradicional.
LGI, ubicada en Provincia de Buenos Aires, es una empresa que actualmente produce al año entre 80.000 y 120.000 unidades de anteojos tradicionales -fabricados con acetato de celulosa y con metal-. Su producción se incrementará a 160.000 unidades anuales con la nueva línea de titanio que comenzará a diseñar en cinco meses, y que comercializará a partir del próximo año en nuestro país, e inmediatamente en el exterior.
"La idea es poder masificar un producto de alta calidad en el mercado latinoamericano. Pensamos avanzar primero hacia el brasileño, ya que hay una gran oportunidad de desarrollo ahí", explica Norberto Fermani, dueño de LGI.
Para este nuevo proyecto LGI incorporará tecnología japonesa y suiza, e invertirá $ 35.000.000 en una primera etapa; el plan integral de cara a 2022 requerirá de dos etapas más que duplicarían esta inversión.
Fermani destacó que pocas empresas en el mundo cuentan con la tecnología para fabricar anteojos de titanio, un producto que principalmente se desarrolla en Japón. Por eso es que desde LGI se contactaron con una empresa japonesa para que les brinde asesoramiento y ayuda en la implementación del proyecto, y sea además un futuro proveedor de los insumos para poder desarrollar este producto innovador en Sudamérica.