En general, cuando se piensa en mejorar la productividad, se cree que es necesario embarcarse en una gran inversión. Sin embargo, no se tiene en cuenta que, pequeñas acciones que se desestiman -porque se cree que no afectan a la producción- pueden generar una gran contribución.
De eso se trata Kaizen, de identificar esas perlitas que terminan siendo oportunidades de un mejor proceso. Es una filosofía de trabajo que desarrollaron los japoneses después de la guerra con EEUU, cuando debieron extremar al máximo la eficiencia de los recursos y hacer foco en el desarrollo de las capacidades humanas. Cambia el paradigma de que la mejora tiene que ir del dueño hacia abajo. Acá surge de los trabajadores, que son quienes están en contacto con los problemas.
Técnicos del Inti vienen trabajando hace casi 15 años con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (Jica), para aprender la metodología y aplicarla en empresas nacionales.
“Los argentinos planificamos todo el tiempo pero nunca vamos a la ejecución. Kaizen, en cambio, propone hacer primero, luego chequear el efecto, volver a hacer y así sucesivamente en un ciclo de mejora continua”, explica Marcos Rodríguez, de Inti.
Kaizen Tango, la evolución de la relación con Japón
En 2012 el país asiático reconoció al Inti como institución para formar profesionales en Kaizen en toda Latinoamérica y África. El proyecto Kaizen Tango implica una relación de paridad con los japoneses; por eso los argentinos le sumaron una palabra “muy nuestra” como lo es Tango (que, además, significa Red Global de Oportunidades, en su sigla en inglés).
Concretamente, Kaizen Tango (que implica una inversión de US$ 6 millones por parte de Japón) consiste en asistir a 100 empresas nacionales desde 2017 a 2022 (unas 20 por año), para que implementen la metodología. Desde octubre del año pasado hasta hace un mes (primer año de aplicación), el proyecto abarcó 7 sectores productivos: textil, agroalimentos, metalmecánico, automotriz, vitivinícola, cuero y calzado y línea blanca. Se puso en práctica en 5 provincias (San Juan, Neuquén, Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe), e involucró a 30 asesores de tecnología del Inti. “Se hace una selección y diagnóstico de distintas pymes y escogemos aquellas que a nosotros nos parece que la metodología le va a generar un mayor impacto en el entorno productivo; luego viene una etapa de implementación, otra de monitoreo y finalmente la medición de los resultados”, explica Rodríguez, a la cabeza del proyecto.
¿Cuáles fueron las empresas cordobesas seleccionadas?
Faesa, Crucianelli SRL y Ramallo SRL fueron las autopartistas seleccionadas para participar. ¿Los resultados? Al cerrar el ciclo se comprobó que aumentaron la calidad de los productos, incrementaron entre un 20 y un 25% su productividad y mejoraron las condiciones de trabajo de los operarios, generando así un buen clima laboral.
“El año próximo desembarcamos en otras provincias pero quizá en 2020 volvamos a Córdoba; no creo que lleguemos a abarcar todos los rubros industriales al final de los 5 años. Sin embargo, vamos cambiando y agregando sectores; este año sumamos el equipamiento médico, por ejemplo”, señala Rodríguez.
Kaizen Tango, la incubadora de proyectos
El programa va generando desprendimientos. Así surge la Red Argentina de Mejora Continua que busca la definición de lineamientos estratégicos de productividad que serán la base para el diseño, la planificación y la generación de políticas públicas en base a 4 ejes: productividad, innovación, desarrollo de negocios y aspectos sociales. Está formada por Inti, Came, Uia, Afac, Samecp, Uba, Universidad General Sarmiento, Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y Ministerio de Producción.
El otro desprendiendo es la Plataforma Vincular Industria, que pretende hacer más eficiente la relación entre las empresas.