“Queremos tumbar el paradigma de barrio Ituzaingó, que sostiene que no se puede vivir y producir en zonas aledañas a donde se fumiga. En toda Europa se hace, ¿por qué acá no?”, dispara Luis Grión, intendente de Colonia Caroya en referencia al perfil productivo de su región.
Grión se refiere a que en esa ciudad cordobesa el crecimiento de la vitivinicultura puede convivir con producciones más intensivas –como la soja- si los controles y las autorizaciones se hicieran periódicamente. La vitivinicultura -comenta- es una de las actividades agropecuarias más rentables para pequeñas extensiones de tierra: en seis hectáreas se producen 120.000 kilos de uva, que a precio de hoy significan unos $400.000.
“A las vides les afecta directamente algunos agroquímicos que se usan en el campo, como aquellos producidos en base al ácido 2,4-D (2,4 diclorofenoxiacético), de alta volatilidad. Nosotros lo prohibimos a determinada distancia pero permitimos que otros (agroquímicos) se apliquen de manera selectiva. Si se hace en Europa, ¿por qué acá no?”, se preguntó.
Convencido de la ayuda que la biotecnología permite a la productividad del campo, Grion desarrolló durante su gestión un Departamento de Desarrollo Rural de Ambiente, desde donde se deciden autorizaciones, se monitorea con especialistas el uso de químicos para el agro y se maneja el sistema de riego de 7.000 hectáreas.
La posición de Grión coincide con la de muchos especialistas, incluidos técnicos del instituto estatal INTA (ver acá ), sobre las ventajas de la biotecnología en la producción, cuestión que el intendente de Malvinas Argentinas, Daniel Arzani, puso en duda días atras.