Ignacio Godoy comenzó sus primeros experimentos en el quincho de su casa. Corría enero del 2017 cuando el entonces estudiante de ingeniería química se dispuso a mezclar ingredientes reciclando utensilios en desuso: una conservadora de camping de su mamá oficiaba de maceradora, mientras que en una vieja olla de 20 litros de su abuela se mezclaban las pócimas mágicas.
Había leído un libro, visto videos en YouTube y comprado ingredientes a proveedores locales. Después de mezclarlos en aquella calurosa tarde, se dispuso a esperar los 15 días necesarios para que el producto fermente y pueda ser consumido.
“Fueron los 15 días más largos de mi vida. Le puse mucha expectativa a esa primera cerveza rubia. Cuando la tuve en mis manos y la probé, se dejó tomar. No era gran cosa. Había mucho por mejorar. Pero yo la vi con los ojos del amor y me pareció la mejor del mundo”, recuerda Ignacio, ingeniero químico de 27 años, nacido y criado en Pilar.
Durante todo el 2017 fue experimentando con diversas fórmulas y poniendo a prueba sus conocimientos adquiridos en la Universidad Tecnológica Nacional. También testeaba distintas proporciones los ingredientes y ajustaba técnicas de cocción.
Y de tanto probar, experimentar y cocinar, surgió el nombre de esta cerveza artesanal que primero fue casera y más tarde fue escalando para convertirse en comercial. Así nació Elixia, una palabra que hace referencia a la alquimia de las cocciones y a la búsqueda de pócimas curativas.
“Más allá de la ciencia que le podamos aplicar, en toda cerveza hay un cierto arte. Es algo milenario, que lleva alquimia y un montón de secretos por detrás”, cuenta.
Ignacio relata que la cerveza se constituye por cuatro ingredientes básicos. El agua, la cebada (un grano que se consigue previamente malteado), el lúpulo (una flor que crece en determinadas condiciones de temperatura) y la levadura. La flor es la que determina en buena parte si la cerveza será amarga o qué sabor tendrá. Mientras que la levadura es un microorganismo que fermenta la preparación y la gasifica.
“Hay muchas personas que hoy siguen distinguiendo las cervezas en rubias, rojas o negras. Pero el abanico es más amplio. Las variedades son inmensas y entonces hay quienes deciden probar otras clases con un producto premium y de calidad”.
En 2018 se dio un punto de quiebre. El quincho de la casa les quedó chico. Con la ayuda de su padre, el contador Adrián Godoy, decidieron encarar el proyecto a una mayor escala. Abrieron una fábrica en un salón a estrenar, en la calle Intendente Anderson, detrás del supermercado Granja. Compraron un equipo de cocción de 250 litros, cinco fermentadores de 300 litros cada uno y comenzaron a producir 1.500 litros al mes.
“Cuando uno encara comercialmente un proyecto, debe cumplir con un estándar de calidad y de seguridad porque estamos vendiendo un alimento. De ese equipo de hobby con el que arrancamos, prácticamente ya no servía nada”, recuerda.
El 19 de octubre de 2018 la familia concretó su primera cocción en la fábrica.
El diseño de las etiquetas fue encarado de forma original por el ilustrador Lucio Scelso. Los dibujos representan distintos paisajes de Pilar, como el observatorio meteorológico y el puente carretero. Diversas situaciones del pueblo de antaño, con campesinos y frutales. También muestra personajes de ficción como un científico que experimenta en una noche de tormenta.
El objetivo de la familia es ampliar la escala de producción para llegar a los 15 mil litros el próximo verano. Hace dos meses, lanzaron Arcano, un gin que reúne las mismas máximas de calidad. La alquimia vuelve a atravesar este nuevo producto que se consigue destilando alcohol con distintos ingredientes y hierbas. El producto fue testeado por bartenders, sommeliers y chefs. Tuvo muy buena aceptación.
“Fuimos pioneros en el emprendimiento de la cervecería en Pilar. Nos sentimos identificados con esta ciudad y por eso trasladamos a las etiquetas ese sentido de pertenencia. Ya no lo hacemos por hobby, pero seguimos experimentando y concretando sueños nuevos. Creemos que además de ciencia, en estos productos también se producen con arte y amor”, finaliza Ignacio.