La gratitud como herramienta del liderazgo: líderes felices, equipo productivos

(Por Dra Gabriela Gonzalez Aleman) Sabemos que ser felices en nuestro lugar de trabajo, nos hace ser más productivos y la empresa para la que trabajamos se vuelve más rentable.

 

Según la Universidad de Warwick, los empleados felices son un 12% más productivos y un equipo de la Universidad de Nebraska agrega que incrementan en un 2% anual la rentabilidad de la empresa. 

La felicidad en el entorno laboral no implica, solamente, un beneficio material para las empresas, sino que aquellos que forman parte de equipos felices, según estudios de la Universidad de Pennsylvania, ganan entre el 1 y el 2% más de lo que ganarían haciendo el mismo trabajo en equipos que no contribuyen a su felicidad individual.

Pero ¿cómo influye la felicidad del líder en este círculo virtuoso? ¿Cuánto impacta en la felicidad del equipo y en la productividad?

Un líder feliz genera compromiso, fideliza cada día a los trabajadores, escucha a los empleados y es capaz de ayudarlos a alinear sus propios objetivos con los de la organización. Si el líder de un equipo es feliz, transmite este estado con sus gestos, actos y palabras.

Cuando el líder se siente a disgusto, transmite desesperanza al resto del equipo y descreimiento respecto del éxito en el trabajo que hacen. El ambiente laboral cae en el descuido y la falta de motivación, y la pertenencia y el compromiso pasan a ser meras ilusiones.

Aunque creemos que la felicidad es algo que debemos buscar en las cosas o en las personas, la ciencia de la felicidad nos dice que proviene de actitudes que se pueden practicar. Una de ellas, y de hecho la central,  es la gratitud. 

El modelo de liderazgo que considera a la gratitud como parte de la relación humana y como forma de comunicación, transmite a sus colaboradores confianza y compromiso con el trabajo, mejorando sustancialmente la productividad y la satisfacción personal en la tarea.

La gratitud se demuestra con gestos y con palabras y proviene del hecho de que el líder conoce los objetivos que cada trabajador debe cumplir, en qué contexto trabaja,, con qué riesgos, en qué condiciones ambientales y con qué habilidades personales cuenta para lograr las metas propuestas. Si el líder conduce al equipo desde este conocimiento, comienza a sentirse agradecido por el esfuerzo y reconoce lo que, efectivamente, puede hacerse, y lo que no es posible.

Es un líder realista que es capaz de escuchar, comprender, analizar la realidad y agradecer el esfuerzo de sus colaboradores.

La gratitud, como actitud, tiende a generalizarse, dando lugar también a la generosidad e incrementando la empatía por parte del líder. Esto, sin duda, genera un contexto cada vez más agradable en el equipo de trabajo que permite el incremento de la confianza y la pertenencia.

El líder agradecido motiva a su equipo y retroalimenta la autoestima de cada uno de los colaboradores.

Y lo que es sorprendente es que cuanto más crece el agradecimiento en el líder, más feliz éste se siente y más satisfecho con su propia vida y con su entorno laboral.

Esto pasa porque el agradecimiento, si es genuino, estimula de manera inmediata, la actividad de áreas cerebrales como la corteza cingulada anterior, que genera sensaciones agradables y las áreas ligadas al placer,  además de reducir la actividad de la amígdala, una estructura cerebral implicada en la irritabilidad y el temor.

La activación de estas áreas cerebrales tiende a repetirse, generando un círculo virtuoso en torno al agradecimiento y a las actitudes positivas que devienen de este sentimiento.

Aunque la gratitud implica mecanismos cerebrales complejos y tiene mucho que ver con particularidades de la personalidad, en cualquier caso, produce placer e incrementa la empatía, que facilita las relaciones humanas y da lugar a formas de comunicación más efectivas.

Un líder feliz, es un líder agradecido que facilita la concentración en la tarea y ayuda a los colaboradores a equilibrar sus intereses que siempre son variados. Dispone de tiempo para estar y escuchar y facilita la transparencia. Es un líder al que el equipo le devuelve compromiso, con trabajadores que se sienten motivados y que encuentran placer en la tarea.

¿Qué hacer, como líder, para empezar a practicar la gratitud? Lo primero es generar vías concretas para manifestarla en el lugar de trabajo. Carteleras en las que todos puedan agradecer, reuniones que inician o terminan con un agradecimiento a algún integrante del equipo, introducir un hashtag como podría ser#gracias en los chats internos, son solamente algunas ideas. Es importante que el líder esté atento a lo que se hace bien. La mirada puesta en lo que no se hizo o en lo que salió mal suele ser una costumbre que tenemos que esforzarnos en erradicar. 

El agradecimiento por el buen desempeño por parte de los colaboradores tiene que sentirse realmente y a veces, puede ser tangible: una entrada a un espectáculo, mayor flexibilidad horaria, una salida para festejar un logro, son opciones para tener en cuenta. Agradecer con palabras, no darlo por sentado y agradecer el esfuerzo aun cuando no se ha logrado el objetivo.

Los equipos felices dependen de la conducción de líderes que se valen de la generosidad como herramienta para alcanzar un entorno empático, comprometido, productivo y feliz.

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