Estambul (Europa)

(Especial El Galeón) ¡Cuántos nombres cargados de historia reflejan esta ciudad! Bizancio, Constantinopla, Stanbul y ahora Estambul. Hábitos, colores, perfumes, comidas exóticas, costumbres milenarias. Todo por reconocer y vivir una experiencia única.

Textos: Valentina de Maussion. Fotos: gentileza  de Elizabeth Zanni.

Después de un agradable vuelo de tres horas desde Francia llegamos al Aeropuerto Internacional de Estambul Atatürk (en español “papá de los turcos”, refiriéndose a Mustafá Kemal, primer presidente de la República Turca), nos dirigimos en bus hasta Taksim, centro moderno de la ciudad, y fuimos a cenar. Eran las 3.30 pero en Estambul se puede comer a toda hora. Pedimos una degustación y probamos un poco de distintas comidas tradicionales, picantes, ensaladas, carne y tortilla. Al finalizar fumamos un muy rico narguile de capuchino, por todos lados existen bares donde se fuma tabaco de diferentes sabores. A las seis de la mañana, cansados pero contentos, la vida en Estambul había comenzado.

Visitando Constantinopla
Salimos a conocer Estambul mapa en mano, fuimos a Sultanahmet, la parte antigua donde se encuentran varios sitios más que interesantes. Es un barrio que hay que visitar a pie, ya que el tráfico es infernal. Toda la urbe está repleta de colinas, sus calles doble mano son angostas, empedradas y muy empinadas. Nuestros pasos nos guiaron por callecitas llenas de diferentes negocios, en todas se ven mercaderes en la vereda y los comercios están generalmente separados por zonas: vestimenta, hogar, niños y bebés, artefactos de cocina, electrónica, oro y joyerías. En un momento comenzamos a escuchar gritos y vimos diferentes grupos de hombres discutiendo en voz alta, nos dimos cuenta que eran los compra-venta de oro, un mercado que funciona bastante bien. Parecía Wall Street pero a la turca: hombres con dos y tres celulares en la mano, haciendo negocios por teléfono y comprando como si fuera un remate.
Pasando la zona del oro llegamos al Gran Bazar, el más grande y más antiguo del mundo. Está compuesto por alrededor de tres mil boutiques en más de 60 calles. La estructura más antigua de este mercado data del siglo 15. Aquí también todo se encuentra sectorizado. A la hora de comprar hay que tener una idea respecto de cuánto se va a gastar, ya que este lugar es puramente turístico y los buenos negocios escasean. Lo mejor es comenzar la estadía conociendo los precios para luego comprar negociando el importe. Pero ojo que no con todos se regatea, si el valor está expuesto es difícil.
Visitamos varias mezquitas como la de Sultanahmet, conocida como Mezquita Azul, construida en el siglo 17, decorada con sus cerámicos azules, verdes y blancos (de ahí el nombre) y reconocida por sus seis minaretes.
Para entrar a una mezquita se requiere: los hombros y piernas cubiertas, tener algún chal para ponerse en la cabeza (en la Mezquita Azul ellos prestan uno) y sacarse el calzado antes de entrar. Los hombres y mujeres rezan en lugares separados, nunca juntos. Una vez vista la mezquita es imposible no cruzar a Hagia Sophia (Santa Sofía), ubicada justo enfrente, una iglesia cristiana de Constantinopla del siglo 6 convertida en mezquita en el siglo 15 y que hoy funciona como museo. Entre estas dos maravillas se encuentra una gran plaza muy agradable para descansar y tomar un buen té normal o té de manzana (elma chay). El llamado a la oración nos envolvía con su canto, recordemos que son cinco veces al día, incluso a la noche. Los primeros días uno puede sentirse extraño, pero se habitúa.
Taksim es la zona nueva de Estambul. De su plaza llegamos a Istiklal, la avenida peatonal repleta de comercios, restaurantes y cafeterías para todos los gustos. Por allí descendimos a la zona antigua, donde hay un viejo tranvía que transporta directamente hasta cerca del puente Galata. Éste atraviesa la zona llamada Cuerno de Oro, llena de bares y restaurantes típicos del lugar. Desde el puente se ve la torre Galata, donde hay un restaurante que vale la pena por el panorama más que por su cocina, por ejemplo permite divisar la mezquita Nueva (Yeni Cami, de 400 años), entre otras.
Fuimos en tranvía hasta Fatih (se lo conoce como el primer Estambul) y la seguridad nos llamó la atención: cámaras dispuestas por todos lados, policías y controles con detector de metales y rayos X para los bolsos en los centros comerciales. De esta manera, uno se siente seguro. En la mezquita de Fatih se ve a las mujeres con velos integrales negros (se ven sólo los ojos de la persona) y los hombres con largas barbas. Aquí es donde nos damos cuenta que estamos en un país musulmán, ya que Estambul es muy cosmopolita y el estilo de la gente resulta bastante europeo. En Fatih, los miércoles hay un gran mercado que ocupa una gran parte del barrio, es inmenso y encontramos de todo y a precios imbatibles, que no se comparan con los del Gran Bazar. Los visitantes del mercado son turcos, no se ven extranjeros, pero resulta una buena experiencia visitarlo. Los mercados en Estambul venden todo lo que se nos ocurra: alimentos, vestimentas, sábanas, toallas, utensilios de cocina, etc.
Siguiendo por el Bósforo hacia el norte llegamos a Ortaköy, donde se encuentra el primer puente que une Europa con Asia. Es un barrio muy animado, sobre todo por la noche, lleno de bares y restaurantes. También allí vimos la famosa mezquita de Ortaköy con el puente detrás, una hermosa foto. Bordeando el Bósforo a bus o a pie (sólo para quienes realmente adoren caminar) llegamos a Bebek -según algunos el Saint-Tropez de Estambul- un muy lindo lugar con arquitectura típica otomana. Claramente, la vida en Estambul se centra en el Bósforo y hay encantadores paseos para realizar.
Después de varios días de visita decidimos ir hasta el Mar Negro, a unos 45 minutos. El primer día fuimos al balneario Kylios, donde disfrutamos de un agradable día de playa. Para acceder hay que pagar por auto y por persona, ya que ellos proveen de sombrillas y reposeras. Allí la gente resulta completamente occidental en su manera de vestir. Al día siguiente decidimos ir al Mar Negro por el lado asiático: a Sile, donde la playa es gratuita pero la gente parece más conservadora, las mujeres no utilizan mayas sino que se bañan con sus vestimentas cubiertas de pie a cabeza.

HOJA DE VIAJERO

La mejor época para ir:
En marzo-junio y setiembre-diciembre. El verano es muy caluroso y húmedo y el invierno muy frío.
Requisitos migratorios:
Pasaporte, no se necesita visa turística.
Paseos:
En Sultanahmet, la parte antigua de la ciudad, el visitante encuentra miles de excursiones en todos los idiomas. Una buena idea es tomar el barco que lleva a dar un paseo por el Bósforo, dura desde una hora a medio día dependiendo del tipo de recorrido. Las opciones son innumerables: Mezquita Azul; Santa Sofía; Palacio Topkapi; barrio de Ortaköy, entre otros.
Compras:
Turquía es el país de las alfombras, hay que discutir el precio y saber dónde vale la pena comprar. Lo mismo para quienes aman las cerámicas, resulta el lugar ideal.
Comidas:
Hay para todos los gustos, pero lo que más se ve es la comida regional. La más representativa es a base de carne de cabra, de oveja, ensaladas, muchas frutas (se beben jugos recién exprimidos en puestos callejeros) y verduras de excelente calidad. Arroz y trigo están casi siempre presentes en las recetas. Cuando se come pescado casi nunca viene acompañado. En todos lados se ofrece sin cargo çay (té).
Alojamiento:
Hostales y hospedajes para jóvenes desde 20 euros. Hotel cinco estrellas desde 490 euros.

TIPS Y CURIOSIDADES
- El uso horario está adelantado cinco horas en invierno y seis horas en verano con respecto a Argentina.
- Moneda: un euro equivale a 2,20 TL (Turkish Lira).
- La temperatura promedio es de 10°C en invierno y 35°C en verano.
- Estambul es una ciudad segura, hay mucha vigilancia y control. Todos los accesos a los centros comerciales están controlados por detector de metales.

CONTACTOS
Código de área telefónico:
212.
Hospital de Urgencias:
Tel. 444-2272. Emergencias: Tel. 112.
Policía:
Tel. 155.
Internet: www.estambul.org

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