Fundada en 2009 por Horacio Olano, el proyecto nació lejos de los grandes centros urbanos y hoy suma más de 100 shows realizados, presencia internacional y un récord Guinness que le dio visibilidad global.
Olano se instaló en Cipolletti, en la Patagonia, donde abrió la primera escuela de danza aérea de la región y comenzó a desarrollar los primeros espectáculos sobre fachadas. Con el tiempo, detectó una limitación clave: no todos los eventos cuentan con edificios aptos para este tipo de shows. La respuesta fue estratégica: migrar a las grúas y convertirlas en su sello distintivo.
Hoy, la propuesta de valor de Élevé Danza se apoya en un concepto claro: diferenciarse invirtiendo en estructuras inéditas, de gran volumen y fuerte impacto visual. “Sabemos que hay otras compañías de danza aérea, pero nuestra forma de diferenciarnos es pensar y desarrollar estructuras nuevas todo el tiempo”, explica Olano.
Entre sus creaciones se destacan un planetario aéreo de ocho metros de diámetro, que gira con los actores en su interior, y una estructura suspendida de 12 metros de altura, iluminada y con movimiento propio. “Buscamos que la estructura no sea solo un soporte, sino que sea una escena en sí misma”, resume.
Detrás de cada montaje hay un equipo técnico especializado y un trabajo de ingeniería clave. “Todas nuestras estructuras están certificadas. Trabajamos con ingenieros que avalan cada desarrollo, porque no se puede salir con cualquier idea sin que esté chequeada y firmada”, aclara.
Shows a medida, pero con escala
Los espectáculos de Élevé Danza suelen involucrar entre 25 y 45 personas, entre artistas y técnicos, y tienen una duración estándar de 50 minutos, como su show insignia Supernova. A la vez, la compañía ofrece intervenciones más cortas y acciones específicas para marcas, festivales o eventos puntuales.
Uno de los desarrollos más llamativos es la estructura de sillas voladoras, suspendida de una grúa y equipada con mesas rebatibles, que permite al público vivir una experiencia aérea con visual 360°. “Es la única estructura de este tipo en el mundo”, destaca Olano. En febrero, esta propuesta llegará a Cosquín Rock, de la mano de Red Bull, donde los asistentes podrán consumir la bebida… literalmente en el aire.
Clientes, costos y rango de inversión
Aunque el proyecto nació desde el arte, el crecimiento llevó a Élevé Danza a consolidarse como un proveedor habitual de municipios, provincias y grandes eventos públicos, además de empresas privadas como Unicenter, Movistar y firmas del sector energético.
El presupuesto de cada espectáculo se construye a medida. “Depende de la duración, la cantidad de escenas, los actores involucrados, el formato y la logística. La grúa siempre es una parte importante del costo, y tratamos de contratar una lo más cercana posible a la ciudad del evento”, explica. Sin hablar de cifras cerradas, Olano admite que la inversión arranca en torno a los US$ 20.000, y escala según la complejidad del montaje y el tipo de propuesta.
¿Y estuvieron en Córdoba? Sí, Élevé Danza ya realizó presentaciones en Río Cuarto y Villa Carlos Paz, y el formato es totalmente replicable en otras ciudades. “Nos trasladamos a donde sea. El show viaja desmontado en camión y se arma en el lugar”, señala.
A nivel internacional, la agenda sigue creciendo: en junio del año próximo, la compañía participará en uno de los festivales de música más grandes de Europa, en Rumania, con dos espectáculos propios.
El récord Guinness como estrategia
En 2016, Élevé Danza batió el récord Guinness al escenario suspendido más alto del mundo, a 65 metros de altura, en el Obelisco porteño, durante la apertura de ShowMatch. Desde allí bailó Mora Godoy, acompañada por artistas de la compañía, en una puesta que fue pensada no solo como un hito artístico, sino también como una decisión estratégica.
“Lo hicimos para que nos visualicen, para poner en valor el proyecto. Guinness busca récords con impacto mediático, y ese contexto lo tenía”, explica Olano, sobre una acción que le dio a Élevé Danza proyección nacional e internacional.