En Córdoba (parece) no hay interés en la cocina molecular.
Es un punto de encuentro entre la ciencia que estudia las transformaciones de los elementos y el arte culinario: la cocina molecular -que de ella hablamos- nació hace más de 20 años, pero está teniendo un auge en el mundo en los últimos tiempos. Ya llegó a Buenos Aires y también hizo pie en Rosario (en el Ros Tower), pero parece que no tiene quórum para llegar a Córdoba, al menos por ahora: “la práctica (de esta cocina) requiere de utensilios, equipamientos, ingredientes y químicos precisos que hacen que sea un producto demasiado costoso. Y el resultado final, más allá de jugar sólo un golpe de efecto, no es lo que el comensal argentino demanda como alimento”, comenta Lucas Galán, de Casa Galán. ¿Alguien la probó?