Cuando metía la pata o decía alguna tontería, mi abuelo que tanto extraño me recitaba: “si de tu talento sale ese fruto… ay, ay, ay, qué bruto, ay, ay, ay, qué bruto”.
En ese mismo versito pensé cuando empecé a ver los primeros “carteles” del nuevo sistema de transporte urbano. ¿Es posible tanta torpeza, tanta desidia, tanta improvisación?
Nada va a cambiar el enojo de una persona cuyo colectivo demora 45 minutos, pero… ¿cuántos desentendimientos y búsquedas fallidas se hubieran evitado con una correcta señalización?
¿Qué puede pensar un visitante al ver semejante nivel de torpeza en la demarcación de paradas y recorridos? ¿Se animaría a subir a un colectivo para recorrer la ciudad?
El economista Martín Lousteau sostiene que en la gestión de la cosa pública habría que incluir un ministerio “de los detalles”, las pequeñas cosas que hacen grandes cambios. Aquí hubiera alcanzando con un poco de sentido común.
Nadie pide la señalética del London Tube pero… ¡¿esto, Ramón?! ¡¿Esto?!
Desde la última gestión de Rubén Martí, la claridad de la comunicación municipal (por no hablar de la gestión) fue en franca decadencia. Tras meses de planificación, el equipo de Ramón Mestre puso en funcionamiento un nuevos sistema de transporte urbano cuya señalética debe inscribirse entre las peores del mundo. Una galería de fotos que nos avergüenza como cordobeses.