Antes de la medida anunciada por la Nación, según el análisis del Ieral, el Estado se hubiera quedado con un 23,3% del aumento que obtuvo el trabajador en el año. Con la implementación de la medida, el porcentaje que se lleva el Estado por el incremento en el pago del impuesto a las ganancias será del 18,9%. Tal pérdida se encuentra por arriba de la que se hubiera observado de aumentar las deducciones en un 25%, situación en la cual el fisco se hubiera quedado con el 9,9% del aumento salarial del año.
Por ganancias, el Estado “se come” un tercio de las subas salariales
La Nación anunció que la segunda cuota del aguinaldo quedará exceptuada del pago del Impuesto a las Ganancias (para salarios brutos de hasta $ 25.000). Sin embargo, la medida no alcanza para compensar el efecto que causa la inflación sobre los trabajadores que tributan en relación de dependencia. Por ejemplo, en el caso de un trabajador soltero con un salario bruto de $ 15.000, la medida implicará un ahorro de $ 1.680, monto que equivale a un 33% del ahorro que se hubiera producido si el gobierno establecía un incremento del 25% en las deducciones del impuesto. Para el caso de un trabajador casado con dos hijos, el ahorro será de $ 1.430, equivalente a un 20% del monto que hubiera logrado con el ajuste en las deducciones al ritmo de la inflación.
Así las cosas, Ganancias se “comerá” un buen porcentaje de los aumentos salariales otorgados en el año.