El coworking inauguró en octubre de 2017. En su momento fueron los primeros de Barrio General Paz pero con el tiempo se fueron sumando otros jugadores.
“Cuando arrancamos, empezamos con la idea de que esté orientado al diseño y arquitectura pero luego los caminos de la vida hicieron que no sea solamente para eso”, confiesa Emanuel Luberriaga, uno de los tres socios.
Emanuel junto con Federico López y Matías Mansilla transformaron una casa de 260 m2 -sin contar patio y terraza- en un coworking con 4 oficinas privadas (dos de 4 puestos, una de 6 y otra 8) y 15 puestos de trabajo individuales.
Se definen como un espacio flexible: la sala de reunión para 10 personas es de uso libre (a diferencia de otros coworking donde se habilita de acuerdo al plan), en la cocina podés cocinar como en tu casa y el asador es el punto de encuentro de los viernes. Además, podés jugar un partidito de ping pong en los “recreos”, y usar la pileta (aunque la mayoría no la aprovecha).
A pesar de que sus “normas” son relajadas, todos se respetan y en Oficina Abierta se trabaja en un espacio silencioso y con buena onda. Profesionales y empresas cuentan con lockers con candados y disponen de impresiones sin límite.
Generalmente los contratos son trimestrales, pero pueden ser adaptados de acuerdo al caso y los precios van desde los $ 2.400 part time y $ 3.400 full time en el caso de los puestos individuales. Los valores de las oficinas arranca en los $ 8.000.
Citricox, MiAutobus y AB Clima son algunas de lasempresas que decidieron armar su oficina en el coworking.
Lo que viene
En la terraza de la casa de dos pisos proyectan organizar distintos eventos como un cine al aire libre, ciclos de música o exposiciones de arte. También están por estrenar un depósito para que profesionales y empresas tengan la posibilidad de guardar lo que necesiten.
“Hay dos ramas de coworking que yo creo son muy diferenciadas: la oficina corporativa y los coworking que funcionan en casas”, concluye Luberriaga.