AGUSTIN SZAFRANKO
La evolución de la actividad económica del segundo trimestre estará fuertemente vinculada a la magnitud y la extensión en el tiempo que tenga la segunda ola de contagios del coronavirus, en especial si el Gobierno impone nuevas restricciones para su contención ante el escaso margen fiscal y monetario que tiene para asistir a los sectores eventualmente perjudicados por las medidas.
A pesar de que la cuarentena instaurada el año pasado amplificó la recesión a casi 10%, el Ejecutivo adoptó limitaciones a algunas actividades que ya habían sido severamente afectadas el año pasado, como la gastronomía, el turismo, la hotelería y el entrenimiento, entre otros. A pesar de que con las tenues aperturas estos sectores gastaron dinero en adaptarse al funcionamiento protocolizado, actualmente vuelven a tener que cerrar y nuevamente liderarán las caídas en este tramo del año.
Pero si los contagios continúan en estos niveles por tiempo prolongado, el Gobierno encorsetará más la actividad económica con nuevas prohibiciones que comenzarán a erosionar el rebote que puede tener la economía de este año, que se enfrió en el segundo mes del año y empieza a configurar un escenario que desafía a las más recientes previsiones del equipo económico de un crecimiento de 7% como mínimo.
En febrero, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec cortó una racha de nueve subas mensuales al hilo y cayó 1% en la comparación desestacionalizada contra enero, mientras se mantiene 2,6% por debajo del mismo mes de 2020. Las estimaciones de relevamientos privados anticipan que en marzo volvería a crecer, pero en abril retornaría la caída.
Así, la economía sigue en niveles inferiores a los que registraba en mayo de 2010, por lo que se completaría una década perdida.
Los analistas coinciden en que la actividad puede crecer 6% o un poco más en 2021 debido al arrastre estadístico que dejó diciembre de 2020 con respecto a la caída promedio del año y que las restricciones actuales, de no endurecerse, no afectarían en demasía la magnitud del rebote. Pero el futuro próximo lejos está de ser alentador.
Matías Carugati, de Seido, considera que la segunda ola afectará la dinámica de la actividad, especialmente si las restricciones perduran. Si bien proyecta un escenario de crecimiento de 7% para este año, planteó que en un escenario de rebrote moderado la previsión podría recortarse a un 5%. "En ese caso, se crecería sólo por arrastre estadístico, y si el panorama se complica lógicamente la dinámica de crecimiento será peor", explicó.
Es decir, un crecimiento de 5% contra el promedio de 2020 implicaría que la actividad de 2021 se mantenga estancada en los niveles de diciembre, por lo que el alza estaría explicada por el rebote de los últimos meses del año pasado.
Por su parte, Martín Vauthier, de Eco Go, coincidió en la dominancia del factor sanitario y de las consiguientes restricciones en la evolución de la actividad, aunque el impacto será bastante menor que el del año pasado, dados el bajo grado de cumplimiento de las medidas y el escaso espacio fiscal y monetario para asistir a los sectores afectados y a los hogares de menores recursos. Respecto a las actuales restricciones, considera que puede verse un impacto en los datos de abril y mayo.
"También va a influir la capacidad que tenga el gobierno para estabilizar la macro, dado que un plan fiscal y monetario que dé previsibilidad puede disminuir el riesgo país, hacer subir el precio de los bonos y descomprimir las tensiones cambiarias, con lo que se podría relajar el cepo para las importaciones y darle algo de aire a la actividad", agregó.
En tanto, Matías Rajnerman, de Ecolatina, señala que el impacto de las restricciones se notará sectorialmente en los rubros afectados más que en la economía en general y mantiene las previsiones de crecimiento de la consultora en 6%, aunque una mayor expansión del virus y de las políticas de contención podrían recortar la cifra.