Pocas veces en la historia económica argentina sucedió que aun trabajando a pleno las fábricas no logran seguirle el ritmo de producción y entrega a un mercado sobre demandado.
Es lo que está ocurriendo hoy con algunos insumos clave de la construcción como ladrillos huecos, cemento portland o acero (largos, perfiles, etc).
La combinación de mayor demanda para autoconstrucción y reformas en el marco de la pandemia, el fuerte impulso a la obra pública y una mayor demanda por stockeo o especulación en un contexto de inestabilidad cambiaria pone presión sobre los fabricantes de insumos.
Así, la mayor demanda termina siendo un desafío complejo para industrias que venían muy golpeadas hasta principios de este año por la caída de la actividad y que hoy se encuentran trabajando a full capacity.
Además, en un escenario de dificultades de acceso al crédito financiamiento e incertidumbre acerca de si la demanda podrá sostenerse en el tiempo o se desvanecerá más temprano que tarde, las fabricantes de insumos no encuentran todavía condiciones para invertir en ampliación de la capacidad de producción.
En este contexto, se publicó ayer en el Boletín Oficial la Disposición 29/2020 de la Subsecretaría de Política y Gestión Comercial que modifica el régimen de licencias automáticas (LA) y no automáticas (LNA).
A partir de hoy, por caso chapas, perfiles, hierro redondo, liso y aleteado, alambre y también puertas, ventanas y contramarcos pasar a revistar como LA.
En total son 112 posiciones arancelarias que entrarán sin necesidad de aprobación de licencia, mientras que 26 posiciones del Nomenclador “ahora deberán gestionar LNA”, destacaron desde la Cámara de Importadores de la República Argentina.
“En marzo planificábamos suspensiones, en agosto estamos contratando gente por fuera de la plantilla, es la montaña rusa argentina”, se sinceró ante este diario una fuente del sector. En rigor, son contrataciones temporarias a la espera de cómo evoluciona el mercado.
Si bien hay diferencias y particularidades en cada rama de la actividad, se observa sin embargo, un patrón común. Las fábricas están trabajando al máximo de la capacidad de producción disponible pero la cantidad de pedidos sobrepasa la oferta.
Según datos de la Asociación de Fábricas de Cemento Portland (AFCP) en septiembre se despacharon a la plaza local 1.037.499 toneladas, un 10,5% más que el mismo mes del año anterior y 13,1% más que en agosto pasado.
“La industria tiene una capacidad instalada de 500.000 toneladas mensuales y estamos trabajando a la máxima capacidad”, señaló por su parte Eugenia Ctibor, presidenta de la Cámara Industrial de Cerámica Roja (Cicer), la entidad que agrupa a los principales fabricantes de ladrillos y que representa más del 90% de la oferta en todo el país.
La fuerte demanda de insumos de la construcción está generando algún grado de preocupación en el propio Ministerio de Obras Públicas. “Nos dicen que está faltando ladrillo hueco y otros insumos” señaló esta semana una fuente calificada de la cartera que conduce Gabriel Katopodis.
Consultada sobre las razones que explican este fenómeno, Ctibor lo atribuyó a que en el marco de la pandemia, con el IFE y el “ahorro” en salidas y viajes mucha gente destinó sus recursos a mejorar su vivienda.
“No vas a ver ladrillos en el piso, lo que sale de las plantas se entrega”, indicó. Suena lógico en una actividad que tiene procesos continuos y trabaja 24 horas todo el año.
Otras fuentes admiten que puede haber algún grado de especulación en las cadenas de distribución o acopio de materiales frente a la suba del dólar y la inestabilidad cambiaria. “Dame todo lo que tengas”, es una frase que cada vez se oye con mayor insistencia, reconocen.
En el caso de los productos de acero para la construcción también hay un incremento interanual de los volúmenes despachados a plaza en torno a los dos dígitos. Sin embargo, la demanda también es mayor. “Hoy piden más de lo que pedían para este período del año”, confiesan.
El cuello de botella parece ser la capacidad de las fábricas de insumos de incrementar la oferta, aún con un escenario de buenas perspectivas en la industria de la construcción.
Las razones habrá que buscarlas en el acceso al financiamiento, la incertidumbre sobre la continuidad de la demanda en los próximos meses y las dificultades derivadas de la cuarentena, como el transporte interjurisdiccional, mayores costos por fletes que van llenos pero vuelven vacíos y personal licenciado.