La Argentina de la grieta debería desterrarse y quedar atrás por completo desde que anoche la vicepresidenta Cristina Kirchner sufrió un atentado. Aunque las primeras reacciones frente a este repudiable intento de magnicidio auguran todo lo contrario: que seguirá en pie la profundización de los antagonismos en la vida política del país.
Es cierto que buena parte del abanico de dirigentes de la oposición y del oficialismo se solidarizó con la vicepresidenta más allá de sus afinidades o no en el plano político. El presidente Alberto Fernández también hizo un intento por mostrar unidad al sostener que "estamos obligados a recuperar la convivencia democrática que se ha quebrado".
Sin embargo, el gatillo del odio y un disparo fallido no fueron si quiera suficientes para apaciguar los caldeados ánimos de la Argentina que en las últimas semanas se habían elevado tras el mensaje de los fiscales de la causa de Vialidad contra Cristina Kirchner.
Feriado nacional
Alberto Fernández no sólo sorprendió anoche en su mensaje oficial con una convocatoria a un feriado nacional para hoy. También generó malestar en la oposición sus reiteradas acusaciones a quienes a su entender esgrimen "el discurso del odio que se ha esparcido desde diferentes espacios políticos, judiciales y mediáticos de la sociedad argentina".
No sólo esto. El Presidente incurrió en otro hecho por el que había sido cuestionado días atrás por todo el arco opositor ante la causa de Vialidad y que le costó el pedido de juicio político: la decisión de intervenir en los actos de la justicia.
En esta línea, anoche, Alberto Fernández, dijo que se había comunicado con la jueza que está investigando lo ocurrido y le solicitó que "esclarezca rápidamente la responsabilidades y los hechos". También le solicitó que asegure la vida del acusado directo que se encuentra detenido, en un gesto digno de profesor de derecho a una jueza que debería saber perfectamente de procesos judiciales.
En un hecho insólito y valorable, casi 50 senadores de la Nación del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio acordaron dar una respuesta institucional frente al atentado que sufrió Cristina Kirchner. Así, todos acordaron redactar un mensaje conjunto en el que destacaron el más "enérgico repudio al intento de magnicidio contra la vicepresidenta". También se solidarizaron con Cristina Kirchner, exigieron el esclarecimiento de los hechos y exhortaron a "buscar todos los caminos que conduzcan a la paz social".
Diputados y halcones
No ocurrió el mismo gesto de madurez política en la Cámara de Diputados. El bloque de diputados del Frente de Todos se mostró aislado de la oposición y en un duro comunicado parecieron alertar que el atentado a la vicepresidenta iba a darse tarde o temprano. "Lo venimos advirtiendo. Las incitaciones al odio vertidas desde distintos ámbitos de poder político, mediático y judicial contra la expresidenta solo llevaban a un clima de violencia extrema", dijeron a coro.
En ese mismo esquema confrontativo y ajeno a la gravedad de los hechos ocurridos en Recoleta, el diputado Martín Tetaz aseguró el atentado a la vicepresidenta no se trató de un acto de "violencia política" y dijo que que el hecho " dejó en evidencia el fracaso de la custodia". Paradojas de la política: Tetaz coincidió con la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, quien pidió la renuncia del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, por no haber "cuidado a la presidenta (sic)".
Un renglón aparte y en abierto out side ante los hechos de conmoción política lo dio la diputada de Santa Fe Amalia Granata, que calificó el atentado como una "pantomima" del oficialismo que "ya no sabe que hacer para victimizarla! Y para que suba en las encuestas!", dijo.
El frente gremial
En otro gesto de profundización de la grieta la CGT emitió un comunicado en el que consideró que "este hecho no es aislado sino que guarda directa relación con la ola de violencia que se engendra hacia algunos líderes populares alentada desde muchos sectores de la política y los medios". Y concluyó que los gremios analizarán "urgentemente los pasos a seguir". Anoche hubo quienes ya pedían una masiva marcha a Tribunales por una reforma judicial y paros indeterminados.
A esta altura de los hechos todo indica que Sabag Montiel es un marginal que habría actuado solo, que tiene tatuajes de simbología neonazi en sus brazos y que rechazaba junto con su novia la política oficial de planes sociales. ¿Un producto más de la profunda grieta que vive la Argentina? Nadie lo sabe.
Lo que anoche quedó en claro es que la Argentina tocó fondo con el gatillo fallido ante la frente de Cristina Kirchner y que ya no hay mucho margen para los discursos del odio de ambos lados en un país que vive al borde del abismo.