La suba de 3,6% que marcó el índice de precios del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) en febrero y sin expectativas de desaceleración hasta por lo menos agosto comprometen seriamente el acuerdo económico y social que impulsa el Gobierno.
Las esperanzas de éxito de los encuentros sectoriales se cifran evidentemente en que la inflación no supere el 30% al que el equipo económico aspira que converjan los aumentos de precios por parte de las cámaras empresariales y las demandas de paritarias salariales de los principales gremios, en línea con la previsión oficial en el Presupuesto 2021.
Pero el dato de febrero consolidó en el primer bimestre un 7,8% (que arroja una tasa anualizada de 57%) ya anticipa lo que los analistas daban por descontado desde hace meses: una inflación 20 puntos porcentuales superior a la meta oficial para todo el año que dinamitaría esa búsqueda.
El 3,6% del mes pasado, que interanualmente significó un aumento interanual de 40,7%, trajo aparejada además una inflación núcleo de 4,1%, con restaurantes y hoteles (5,4%) y transporte (4,8%) como los rubros que encabezaron las subas. Alimentos y bebidas avanzó 3,8%.
Se espera que los factores estacionales tengan un impacto más fuerte en marzo. Las consultoras ya comenzaron a detectar significativos incrementos en la semana inicial del mes. FIEL, que realiza su relevamiento en Capital Federal, anotó un 1,7%, levemente superior a la de febrero y con una suba de 2,9% en estacionales y 2,5% en regulados. LCG, en tanto, marcó un 1% para alimentos y Seido, un 1,2% en su nivel general. De todas maneras, los analistas prevén que el dato del Indec se acerque nuevamente al 4%.
La esperada prolongación de esta dinámica enpantanará las negociaciones del Gobierno por el tan mentado acuerdo de precios y salarios para anclar las expectativas en los distintos sectores y elevará las pretensiones de los interlocutores empresariales y sindicales, que buscarán subir el piso a las cifras sobre las que se estampen las rúbricas.
Si bien la previsión de una inflación más elevada por parte de las consultoras venía madurando hace meses, el Gobierno ha sostenido su cifra de 30% y anticipó que apostará por una suba del tipo de cambio de 25%, además de la demora en el ajuste de tarifas de servicios públicos y la ampliación de los programas de precios.
Las últimas proyecciones privadas del REM del Banco Central de la semana pasada ya marcaban un piso de 3% mensual hasta julio y un 2,9% para agosto, mes para el que la inflación arañaría el 30%. En tanto la medición núcleo totalizaría un par de puntos más para entonces. Es decir, de cumplirse las proyecciones, el Gobierno superaría la meta cuatro meses antes de que termine el año y la piedra angular del acuerdo de precios y salarios estaría caduca para las elecciones de octubre.
Las razones de este salto inflacionario residen en el impacto de la enorme emisión monetaria de 2020 destinada a cubrir la disparada del déficit fiscal primario, ante la imposibilidad de financiarla con deuda externa y la escasa profundidad del mercado de capitales local. La cerrazón de la actividad había contenido en buena medida el efecto en los precios.
El quiebre se produjo en octubre, cuando la apertura de facto de la cuarentena que había mantenido hasta entonces clausurada a buena parte de la actividad. Desde entonces, la inflación en los últimos cinco meses fue de 20%. En los seis meses previos, en cuarentena, rondó el 13%.
Los analistas acusan la ausencia de un programa antiinflacionario y cuestionan la estrategia de atrasar el tipo de cambio y las tarifas de servicios públicos, en combinación con los controles de precios, dado que no ataca la raíz fiscal.