Con un precio de la soja que mantiene una tendencia alcista en el mercado de Chicago hace seis meses, y se encuentra fluctuando en torno a los u$s 500, a nivel local se espera que la recaudación por las retenciones ascienda a u$s 7079 millones, un 37,32% mayor a la de la campaña 2019/20 que finalizará con cerca de uS$ 5155 millones.
Las cifras son estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) en base a los precios actuales. Los ingresos por exportaciones del poroto y sus derivados industriales se espera que superen los u$s 22.500 millones, lo que implica un incremento del 37% respecto a la última campaña.
En concreto, incluye ingresos por u$s 3982 millones por exportaciones de poroto de soja a las que se les apliza retenciones de 33%, de u$s 5091 millones por aceite de soja y de u$s 13.506 millones por harina y pellets de soja. Las dos manufacturas de origen agropecuario tributan un 31%.
Según explicó Javier Treboux, analista de Mercados de la BCR, las dos principales causas de la suba del precio de la soja son: el aumento de la demanda por parte de China que “en la campaña comercial de Estados Unidos que comienza en septiembre las compras del país asiático fueron un 190% superiores a la del año anterior” y, la sequía que afecta a Latinoamérica y trae preocupación.
“Por la falta de precipitaciones vamos a estar muy lejos de un rendimiento de un año récord, a pesar de que en la campaña 2019/20 hubo un aumento en el área sembrada de unas 100.000 hectáreas”, agregó Treboux.
Las campañas de 2014/15 y 2015/16 fueron los años récords con más de 20 millones de hectáreas sembradas. Actualmente la BCR estima que esa cifra es de 17,3 millones de hectáreas. De todas formas, de aplicarse el bloqueo de exportaciones de maíz que podría hacer descender su precio y al aumentar el de la soja, desde el sector alertan que para futuras campañas probablemente haya tendencia al proceso de sojización.
Impacto local
Con precios internacionales altos de los cereales y oleaginosas aumenta el valor de las cosechas argentinas y, en consecuencia, el país recibe un mayor nivel de ingresos, “la cuestión es qué se hace con un ingreso extraordinario”, alertó Fernando Marengo, economista jefe de Arriazu Macroanalistas.
En la medida en que la cosecha se exporte impacta, en primer lugar, a través de una mejora de la recaudación de ingresos del fisco, en segundo lugar, corrige las cuentas externas al aumentarse el nivel de exportaciones y, eventualmente, el mercado de cambios.
En tercer lugar, se debe analizar lo que los productores hacen con el ingreso. Dependiendo de cuánto sea la inyección en la economía tanto para pago de insumos, salarios o arreglos de tractores, por ejemplo, generará o no mayor actividad económica.
Marengo recomienda, a diferencia de lo que se hizo entre 2007 y 2011, que cualquier país con un ingreso extraordinario no debe incrementar sus gastos permanentes, “pero es probable que nunca ocurra en Argentina. Habrá mucha presión para gastarlo durante el año electoral. El problema es que cuando el ingreso no permanente caiga, el país se quedará con un nivel de gasto imposible de financiar, que obligará a un ajuste devaluatorio”, concluyó.