"Deja que tus planes sean oscuros e impenetrables como la noche, y cuando hagas tu movimiento, golpea como el rayo". Seguramente, a más de uno que leyó "El arte de la guerra", la extraordinaria obra del general chino Sun Tzu, la cita le recuerde lo que acaba de suceder con el gobierno ruso y su decisión de desprenderse de un plumazo de su stock de bonos del Tesoro de EE.UU.. En tiempos de Guerra Fría postmoderna, a todos en los mercados financieros les corrió un viento helado por la espalda.
Es que nadie es indiferente a una especie de profecía (que por ahora no llegó a ser autocumplida) respecto de cuándo el mundo se cansará del despilfarro estadounidense y dejará de financiar su excesivo gasto comprándole deuda pública.
Por más que siga siendo la primera potencia económica mundial, y que en los últimos meses haya habido un "flight to quality" de las economías emergentes hacia los activos de EE.UU. (a medida que subían las tasas de interés domésticas), la falta de ajuste fiscal en el país gobernado por Donald Trump deja planeando la duda de hasta cuándo se podrá sostener el actual statu quo.
Es que los números son impactantes: con un déficit fiscal que supera los u$s 786.000 millones y que crece a razón de u$s 300.000 por minuto, hace rato que la deuda pública (más de u$s 21 billones) se parece a un barco a la deriva del que nadie puede sujetar el timón.
Y, además, el gobierno no puede endeudarse libremente, puesto que el Congreso fija un límite de endeudamiento público (conocido como "techo de la deuda"), que si se alcanza y no se logra ampliar (porque los legisladores no aprueban su extensión), implica un ajuste inmediato en el gasto, que obliga a cerrar las oficinas públicas menos importantes por falta de fondos.
Hasta ahora, en una única ocasión este cuello de botella se volvió realmente grave, a tal punto que hicieron falta varios días para llegar a un acuerdo. Sucedió en 2011 y la incertidumbre que provocó hizo que la calificadora Standard & Poor’s rebajara por primera vez en la historia la máxima nota otorgada a los Bonos del Tesoro, que hasta ese momento habían sido libres de riesgo.
Ya no sos mi Margarita
¿Cuándo terminará la paciencia de los mercados financieros con la deuda estadounidense? Nadie sabe a ciencia cierta en qué momento ocurrirá este fenómeno, pero se lo compara con el famoso "The Big One", el gran terremoto que se espera vaya a ocurrir en California y que sería muy superior a todo lo visto hasta ahora.
Por eso generó tanta tensión la noticia publicada la semana pasada respecto de que Rusia había decidido desprenderse de casi todo su stock de bonos del Tesoro. En los últimos tres meses, el gobierno de Vladímir Putin se deshizo del 85% de su tenencia de Treasuries, una decisión inesperada como la cita de Sun Tzu. Y que retiró al país de la lista de los mayores acreedores de EE.UU., al pasar de un stock de u$s 96.000 millones a tan solo u$s 15.000 millones.
La reacción de los analistas y operadores fue instantánea, por lo que todos giraron sus cabezas hacia Asia, para ver qué hacían los mayores poseedores de deuda pública estadounidense. China, con un stock de u$s 1,1 billones, y Japón, con u$s 1 billón, mostraron una actitud bastante prescindente en estos últimos meses, lo que en cierta forma trajo un poco de alivio a los mercados financieros.
Porque por más que el gobierno de Trump haya iniciado las hostilidades que podrían llevar a una guerra comercial contra estos países, la respuesta de los principales damnificados no se materializó por ahora a través de una venta masiva de bonos del Tesoro. De ocurrir esto, a nadie le escapa que se generaría una enorme crisis financiera internacional, elevando de manera significativa el costo de financiamiento para EE.UU.
Pero de acuerdo con Boris Rjavinski, de Wells Fargo, "una baja en la tenencia de Treasuries de entre u$s 30.000 millones y u$s 40.000 millones por parte de un país extranjero durante un período de un mes sería considerada como importante, pero no sin precedentes. El stock de deuda estadounidense en poder de China se redujo en unos u$s 200.000 millones durante varios meses cuando el país atravesó un proceso de ajuste del tipo de cambio, hace algunos años atrás. El mercado de bonos del Tesoro supera los u$s 15 billones y es lo suficientemente grande como para absorber estas variaciones".
De todos modos, para los analistas la movida rusa habría tenido bastante que ver con una forma de tomar represalias contra EE.UU., tras varios meses de alta tensión en las relaciones bilaterales. El gobierno ruso fue acusado de invadir la península de Crimea (territorio ucraniano) y de interferir en el proceso electoral estadounidense, por lo que el país enfrenta un boicot económico y muchos de sus principales funcionarios y empresarios cercanos a Putin fueron incorporados a una lista negra de sanciones.
El oro del Rin
Pero más allá de la respuesta rusa al boicot estadounidense, tampoco pasó desapercibida la decisión de Alemania de repatriar (a fines del año pasado) su stock de oro que estaba depositado en EE.UU. Los analistas interpretaron la movida como una forma de estar preparados "por si acaso", ante distintas eventualidades que pudieran surgir en las relaciones.
Porque aparte de los riesgos que pueden implicar los problemas que afectan a la zona euro (como la crisis bancaria italiana, que no logra superarse), el gobierno alemán está muy pendiente de ver cómo evoluciona la escalada comercial con EE.UU., ahora que Trump evalúa aumentar las trabas a la importación de automóviles, la principal fuente de ingresos para Alemania. Como decía Sun Tzu, "cuando hagas tu movimiento, golpea como el rayo".