¿Sabías que alrededor de los años 90, empresarios de los más altos niveles de Silicon Valley (sí, estamos hablando de Steve Jobs, Elon Musk, entre otros) han consumido microdosis de hongos para aumentar su creatividad y concentración? Pero, ¿de qué tipo de hongos estamos hablando? ¿Qué beneficios e impactos tienen en la salud de las personas?.
“CEOs de grandes compañías internacionales han implementado dosis de hongos en su rutina diaria con el objetivo de integrar el ámbito laboral al estilo de vida y encontrar un equilibrio. Es difícil hablar del hongo medicinal (llamado adaptógeno) sin hablar del hongo psicodélico, que está ilegalizado, pero son medicinas sagradas que están desde el origen y por la historia que tienen en el universo, en la vida, nos trascienden a todos”, explica Barbara Reiter, psicóloga e investigadora en terapias asistidas con psicodélicos.
En los años 70 se prohibió el consumo de hongos (como de otras tantas drogas) y ahora existe una “nueva revolución psicodélica”, ya que volvió a ser investigado en profundidad por distintas instituciones a nivel mundial. El hongo psicodélico tiene psilocibina, un componente psicoactivo que actúa sobre el cerebro.
Las investigaciones se enfocaron más que nada en pacientes con determinadas afecciones (ansiedad, depresión, enfermedades terminales) y en cómo actuaban los hongos dentro de un contexto y un protocolo terapéutico. Según explica la psicóloga los fármacos no terminan de tener una eficacia terapéutica sostenida en el tiempo, porque se presentan recaídas, efectos adversos, anula la vitalidad de la persona, la desconecta, entre otras cuestiones. “Se empezó a observar (en este tipo de casos) que a largo plazo es más eficaz un tratamiento asistido con psilocibina. Se abre como una especie de ventana de oportunidad que permite trabajar en los cambios terapéuticos dentro de una terapia. Se dice que un tratamiento asistido con un psicodélico es como hacer 50 sesiones de terapia juntas. Hay micro y macro dosis y cada una es para distintos casos”, indica Bárbara.
Existe una gran controversia con respecto a la industria de la medicina tradicional y clásica. “Está más conectada con esto la gente que tiene un interés y motivación por procesos de esta índole, a través de medicinas naturales, alternativas”, agrega la psicóloga.
La diferencia entre microdosis (se preparan pulverizando hongos secos) y macrodosis radica en la cantidad de sustancia activa. El consumo de microdosis de psilocibina, al ser de ingesta pequeña no provoca alucinaciones a la persona, es un proceso de dos meses aproximadamente de duración. En cambio las macrodosis sí pueden provocar algunas, se les llama “distorsiones sensoriales” o “ilusiones sensoriales”, es decir, un elemento que ya está en la realidad de los cinco sentidos, se distorsiona. “Es un proceso significativo en lo inmediato y en el corto plazo, más disruptivo e impactante para la consciencia”, diferencia Bárbara entre ambas dosis.
Hablemos de hongos adaptógenos
El hongo adaptógeno no cuenta con psilocibina (a algunos se los conoce como Melena de León, Reishi, Cordyceps, etc), es de uso medicinal y de venta libre pero también genera controversia con la industria farmacéutica. Su utilización es como suplemento o complemento y se puede ingerir en cápsulas o como polvo en las comidas. “Se recomienda en muchos casos para enfermedades como alzheimer o parkinson, por ejemplo, pero falta mucha más evidencia científica, es una terapia de largo proceso que complementa el trabajo personal de bienestar con respecto a los fármacos que son más abrasivos y directos y atacan específicamente la afección. “Los hongos adaptógenos no tienen efectos secundarios o adversos y tampoco generan adicción o abstinencia, distinto al caso del clonazepam, por ejemplo. El que comienza a complementar con hongos adaptógenos a lo mejor está explorando el mundo de la microdosis, está meditando, teniendo un registro de su propio autocuidado, se está alimentando bien, haciendo ejercicio, entonces, es como un proceso más de suplementación, tienen que ser tomadas en un contexto y no solo tomar por tomar”, indica la psicóloga.
Para la profesional, lo que hoy está en auge es la expansión de la conciencia humana, colectiva y el foco está puesto en el bienestar de cada individuo: “Hay medicaciones que son más bien supresoras emocionales o supresoras de experiencias internas humanas, como emociones que son difíciles e incómodas (ansiedad, miedo, tristeza). La medicina tradicional perpetúa en el largo plazo la depresión humana. La medicina es más de corte mecanicista, el hombre como cuerpo, máquina, parte rota igual a algo que hay que arreglar. Esto suprime experiencias internas, naturales, que son muchas veces sintomáticas de una información que se termina bloqueando”, finaliza Bárbara.