“...La muerte hoy no llega a los cincuenta sino a los ochenta años, y… mañana vendrá a los cien… Se acabó la dictadura del proletariado, para dar paso a la dictadura de los viejos”. El texto pertenece a “Diario de la guerra del cerdo”, la novela de Bioy Casares donde los jóvenes se rebelan contra los viejos.
Más allá de la ciencia ficción, los jóvenes argentinos de hoy tendrían razones de levantarse contra sus mayores por la profunda disparidad que organizó el estado nacional en torno a la distribución del ingreso. Explica Idesa:
- Entre la población menor de 20 años de edad la pobreza alcanza al 38%.
- En la población con entre 20 y 60 años de edad la pobreza es del 23%.
- Entre la población mayor a 60 años la pobreza es de apenas el 7%.
Y explican desde este tanque de ideas: “El principal componente del gasto público nacional son las jubilaciones y pensiones. Representan aproximadamente 40% del total de las erogaciones. Más importante aún es que crece a una tasa sustancialmente más alta que el resto de los gastos e ingresos. Por ejemplo, en lo que va del año el pago a jubilados aumentó a una tasa del 30% interanual cuando los recursos tributarios lo hicieron al 22%. Esta dinámica convierte al sistema previsional en el principal factor desestabilizador de las finanzas públicas”.
¿Se puede seguir así? Dice Idesa:
Dejar que el gasto previsional continúe con esta dinámica no solo es un factor de desestabilización macroeconómica sino que profundiza la desigualdad y la exclusión social. Además, evaluado en una perspectiva de largo plazo, erosiona la propia sustentabilidad del sistema previsional. Los niños y jóvenes que hoy sufren la pobreza no están desarrollando capacidades laborales apropiadas para ser los futuros sostenedores del sistema. Si en la actualidad solo un tercio de los ocupados tiene un empleo asalariado registrado en el sector privado –es decir, es un sostén genuino del sistema previsional– con las tendencias actuales en el futuro esa proporción tenderá a empeorar.
¿Existen márgenes para moderar el crecimiento del gasto previsional sin incrementar la pobreza entre los adultos mayores?, se preguntan desde Idesa.
“La respuesta es afirmativa, en la medida que se esté dispuesto a eliminar reglas que generan derroches y privilegios. En términos simplificados, hay que actuar sobre tres áreas:
a) Tender a la homogeneidad de las reglas previsionales revisando los regímenes especiales y diferenciales que permiten acceder a la jubilación con menor edad, menos aportes y/o mayor haber jubilatorio que el régimen general;
b) establecer que la regla de movilidad para personas con doble beneficio se aplique solo a uno de los beneficios; y
c) revisar las reglas de acceso a la pensión por supervivencia a los fines de comenzar a revertir el masivo fenómeno de doble cobertura.