(Por Lucía Pairola) Viven y cuentan todo en las redes sociales. Tienen seguidores que son fans. Así son estas nuevas “estrellas” del mundo virtual a las que -cada vez más- recurren las marcas.
Lizardo Ponce tiene 25 años y es periodista de espectáculo. En sus redes sociales se puede ver un gran abanico de publicaciones. Allí comparte sus notas, comenta sobre la vida de los famosos, habla de la actualidad o de alguna experiencia personal. En sus cuentas los seguidores se multiplican, llegando a convertirlo en uno de los “tuiteros” más populares en Córdoba. La repercusión de sus comentarios o fotos no pasan inadvertidas en el mundo empresarial y por ello es catalogado como “influenciador” entre sus pares. A menudo es contactado por marcas para eventos o promociones de productos para que estas puedan amplificar sus mensajes y llegar al público objetivo. “Intento ser yo mismo. Pero por mi profesión aprendo a tener empatía con mis seguidores y a dialogar, eso es importante”, cuenta mientras registra que la popularidad en las redes han sido un canal para el trabajo virtual.
Sobre los nuevos espacios de influencia, mucho se analiza y se debate. Guillermo Paz, consultor y docente cordobés reconoce que el “poder de influir unos sobre otros” existió siempre y que las redes “le dieron vidriera a los que no la tenían y a los que sí, se las multiplicó brindándoles nuevos canales para seducir y ser imitados”.
Las empresas juegan también. El público y potencial cliente va migrando a los espacios virtuales. Allí las marcas también buscan su lugar creando contenidos propios o echando mano a los dueños de este mundo para promocionarse. Los países europeos son los más avanzados en el desarrollo de estas prácticas publicitarias llegando a pagar entre 500 y 3000 Euros por acción, muy alejado a los acuerdos aquí. En el caso de Argentina el vínculo más común entre la marca y el influenciador es el canje. De hecho se los invita a un evento o se les ofrece un producto a cambio de cierta cantidad de publicaciones (posteos) en las redes.
En relación a los pactos económicos, Marou Rivero (hermana de la actriz Calu Rivero, hija de Rita Martínez y Guille Rivero) admite que “se cobra bien”, pero que “vivir de "influenciador" es muy general. Creo que se puede vivir de periodista, comunicador, modelo, cantante, guionista, programador, atleta y con esa credibilidad construida ser influencer”. Ella cuenta con miles de seguidores y es contactada por marcas a través de agencias de publicidad.
Pero, ¿cómo llegar a los teenagers? El mercado también tiene los ojos puestos en los más jóvenes, como es el caso de Giorgio Petrone (hijo del empresario Jorge Petrone y la diva Fabiana Masena) toda una “celebridad” en Instagram: a sus 17 años ya cuenta con unos 14.500 seguidores. Es cordobés, va al colegio, hace deporte y tiene amigos como cualquier adolescente; pero desde el 2009 comparte lo que siente o le gusta a través de las redes. Sobre los contactos empresariales admite que al comienzo fue un juego pero que ahora: “se transformó en una remuneración, en un ingreso”.
Otra voz es la de Gonzalo, más conocido como @atilael1 en Twitter. Es muy popular en Córdoba y mantiene una teoría sobre los seguidores: “Tener muchos seguidores llama a más seguidores.
También hay una cuestión de aval cuando dialogas con ellos´´, dice. Su contacto con las personas y la relevancia de sus opiniones le han llevado no solo a ser buscado por empresas sino a comandar el desembarco de la red social Yelp, que permite compartir experiencias sobre comercios locales. Todos acuerdan que la remuneración por este trabajo aún no está estandarizada, sino que depende de la suerte en cada negociación.