"El viñedo data del año 2012, son 3 dueños, se enemistó la sociedad y quedó en stand by. La bodega que tenían la vendieron a un productor de Los Reartes así que solo quedó el viñedo. Yo tengo dos de esas tres partes, y cuento con malbec, cabernet sauvignon, merlot, piron y chardonnay", detalla Adrián a InfoNegocios, un verdadero apasionado que se encarga desde la poda de las plantas, hasta el corte de pasto, la fumigación, etc.
"No tenía ni idea de lo que era un viñedo, comenzamos desde cero, todo fue a pulmón. Consulté con un amigo de Mendoza que tiene viñedo y arrancamos.... El primer año pude vender la uva a una bodega de Colonia Caroya, y las uvas que son para champagne se las di a una bodega de Villa General Belgrano. Para la cosecha contrato gente de la zona, y cuando está todo listo se lleva a la bodega", agrega.
La cosecha normalmente se hace a fines de marzo o principios de abril. Lo que primero sale es el chardonnay a fines de enero porque sirve para champagne "como no hace falta que tenga más de 19 de brix se puede sacar en ese momento", apunta el vitivinícola aficionado, y explica que la idea es volver a poner la bodega y hacer del lugar un sitio donde se combine la gastronomía, el turismo y la cata de vinos; un proyecto que está en el horizonte de esta familia.
Sin dudas, la ardua actividad ya tuvo sus primeros frutos, además del placer de trabajar en familia un emprendimiento de este tipo, y es que ya tienen su primer vino. ¿Cómo se llama? "Mal vecino", cuenta entre risas, y explica: "por lo que vengo sufriendo con el vecino que tengo...podría escribir un libro con esta historia"; y agrega el detalle de lo que va a ir en la etiqueta, toda una obra literaria que le da un valor agregado al sabor de su producción.
"Una vez en un apacible valle, un grupo de viticultores decidió embarcarse en la emocionante aventura de crear su propia bodega y producir un vino único y excepcional. Llenos de pasión y entusiasmo, comenzaron a cultivar sus viñedos con empeño y dedicación, ansiosos por compartir su amor por el vino con el mundo.
Sin embargo, su sueño no tardó en enfrentarse a un inesperado obstáculo: un vecino amargado y despiadado que se mostró decidido a hacerles la vida imposible. Cada paso que daban, cada avance en su proyecto, era recibido con hostilidad por parte del mal vecino, quien parecía disfrutar entorpeciendo su progreso y minando su moral.
A pesar de los desafíos, los viticultores se mantuvieron firmes en su propósito. Cada dificultad se convirtió en una oportunidad para fortalecer su espíritu y unirlos aún más como equipo. Su enfoque en la calidad y el cuidado meticuloso de las uvas se mantuvo inquebrantable, convirtiéndose en una declaración silenciosa de resistencia frente a la adversidad.
Mientras la vendimia se acercaba, los viticultores tomaron una decisión audaz y valiente. Decidieron honrar su perseverancia y el desafío que habían enfrentado a través del nombre de su vino: "Mal VECINO". Este nombre, más que representar a su oponente hostil, simbolizaba su determinación para seguir adelante a pesar de la dificultad y convertir la negatividad en algo positivo.
El vino "Mal VECINO" fue el resultado de un arduo trabajo y una pasión incuestionable. Cada botella reflejaba la esencia de su lucha y su deseo de trascender las dificultades. Con notas de sabor intensas y complejas, el vino contaba una historia de superación, resiliencia y la voluntad de enfrentar desafíos con coraje y determinación.
Con el tiempo, "Mal VECINO" se convirtió en un testimonio viviente de la fuerza del espíritu humano y la pasión por el vino. Además, este nombre sirvió como un recordatorio constante de que, a pesar de las dificultades, el poder de la perseverancia puede convertir lo negativo en algo valioso y significativo. Así, cada vez que levantaban una copa de "Mal VECINO", los viticultores celebraban no sólo el vino en sí, sino también el triunfo sobre la adversidad y la resiliencia del corazón humano".
El viñedo de Adrián y Roxana tiene 5764 plantas de uva que desde el primer año están generando destacados tipo de vinos, y que en breve tendrá su champagne. ¿El nombre? “Los Schmid”, porque…”el nombre del vino representa las trabas, las piedras en el camino, y el champagne lleva el apellido de la familia significando que los valores de los vínculos puede hacer que todo lo que se hace cuesta arriba en familia se pueda sobrellevar, y salir adelante de todas las situaciones”, cerró Roxana.