La historia del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda es un mito que tiene lugar en Camelot (en algún lugar de Gran Bretaña) y hasta envuelve a un mago, Merlín, quien en ciertas versiones tenía su propio asiento.
Más allá de la ficción, que sostiene que el mueble fue un regalo de bodas que recibió cuando se casó con la hija de Leodegrance, en Ginebra, la mesa redonda fue concebida con esa forma para dejar en claro que sobre ella no valían los cargos ni títulos nobiliarios.
Si bien no existían privilegios ni jerarquías, se podía deducir la importancia de quien se sentaba en la mesa de acuerdo a la cantidad de asientos que lo separaban del rey.
Se desconoce la cantidad de caballeros que integraban el séquito de Arturo por lo que las especulaciones sobre la forma real del mueble varía según el historiador.
Si hubieran sido 25 se calcula que la mesa habría tenido ocho metros de diámetro pero si eran 100, unos 30. De acuerdo a otras versiones la mesa estaba construida en segmentos y contaba con un centro hueco.
La morfología de esa pieza de mobiliario se mantuvo a través de los siglos por su practicidad, considerada hoy en día como una de las más cómodas para ambientes reducidos. Pues, no sólo ahorra espacio, sino que permite acercarse a cada "extremo" de la mesa.