En términos generales, se divisa una reacción a los materiales industrializados, como las melaminas, laminados, los colores fantasías - como las maderas teñidas de wengue que ocultaban las vetas- y una hegemonía de lo ecológico y lo reciclable. Se revaloriza la mano de obra artesanal, esa que sabe traducir la cultura y deja la huella en la historia local. Retornan así mantas, alfombras, tejidos, productos de mimbre. Macetas y bancos de caucho reciclado fabricados con la viruta de las cubiertas de los automóviles; verdaderos hitos de una época que intenta educar al hombre en la protección del medio.
Si hablamos de madera sus vetas se ven relucientes, hay muebles y accesorios que se hacen con las recicladas, como es el caso de las dryftwood, que evocan con su aspecto maderas de naufragio, pulidas por la arena y la sal. Estos muebles y objetos se entremezclan en las ambientaciones más contemporáneas, que hoy conjugan con armonía las líneas hiper modernas con toques étnicos, vintage, objetos diseño de autor y el guiño de lo noble y natural.
Para tener una idea de algunos costos, visitamos Interiorizarte un exclusivo espacio de diseño ubicado en barrio Güemes (Sr. Espacio Ayacucho 538), comandado por el diseñador Federico Conti que marcó por ejemplo: las lámparas cuestan desde los 300 a 2800 pesos según el diseño, el tamaño y demás. Los almohadones de lana de oveja entre 310 y 510 pesos los más grandes, un puf a 1960 pesos. En la galería de fotos -autoría de Lucia Foglizzo- apuntamos algunos precios más.
Juguemos al interiorismo
(Por Sara Bongiovanni) Como en el amor y en la guerra, aquí todo vale: las tendencias son cíclicas, bipolares y dinámicas. La deco actual es una suerte de reacción al minimalismo de décadas pasadas, y los espacios manifiestan un acertado eclecticismo: equilibrado y conceptual. Distintos objetos se insertan en ambientes contemporáneos y revelan un retorno a lo natural. Se trata de un juego que hay que saber jugar. La clave es conocer la “carta” y el asesoramiento. Empecemos por la primera.