Lejos quedó el convencional armario al lado de la cama, un chiffonnier bajito más allá, otro mueblecito más acá. En la actualidad el vestidor centraliza en un espacio, todo. Las paredes se cubren de módulos funcionales según la necesidad: para colgar, con estantes, cajoneras, y distintos accesorios que organizan el guardado.
Despojado de puertas para visualizar la ropa y acceder a ella fácilmente, lo cual explica que se recomienden sin aberturas al exterior para proteger del polvo e incluso de la luz natural. También hay sillones y mesones en islas todo al servicio del confort a pleno.
Si el diseño incluye puertas, las de vidrios son óptimas; y si el espacio es reducido se sugieren espejadas. Y siempre corredizas para optimizar el espacio.
Los materiales que se emplean en su construcción son variados sin perder de vista la elegancia y sobriedad. En el interior redundan las melaminas en distintos tonos y las puertas, si lo establece el proyecto, se resuelven con grandes paños sin correderas a la vista, enchapados en madera o superficies de alto brillo (vidrios, espejos, laqueados), sumamente sugestivos.
El vestidor del siglo 21 se proyecta por m lineal y el costo depende de varios factores entre ellos el diseño, no obstante, una línea Premium de 2 m de alto cuesta unos seis mil pesos, con puertas de melamina 50% más y si son de vidrio o laqueadas (las puertas) el doble. Los brillos no pierden vigencia nunca.
Nuevos conceptos para el clóset
(Por Sara Bongiovanni) El vestidor se suma en la casa contemporánea inmediato al dormitorio o al baño de la suite, con el tradicional propósito del guardado de la ropa e incluyendo además un confortable lugar para “producirse”. La estética varía según las tendencias, pero con una funcionalidad condicionada por las demandas de cada usuario. Sin dudas hoy es el ambiente más personal de la casa; con extrema funcionalidad, ligereza visual, líneas muy puras y ausencia de herrajes como principales preceptos.