Por aquel entonces al Torino se le quiso dar una impronta de auto europeo, a pesar que sus orígenes eran americanos. Para ello el equipo de diseñadores del estudio italiano confeccionó un frontal específico, con ópticas circulares y una parrilla en posición más baja. A su vez se le afinaron los paragolpes, y se lo dotó de un remate de cola mucho más delicado, y moderno. El motor era el conocido Tornado, de seis cilindros en línea y 3.8 litros en la Coupé, con 155 caballos, unido a una transmisión de cuatro marchas manual.
En el habitáculo los cambios fueron aún más imponentes. Nada se dejó librado al azar y se lo equipó con detalles de alta categoría, perceptible a través de múltiples cromados y detalles realmente de lujo. A su vez la plancha de a bordo estaba confeccionada con partes en madera, mientras que el tablero de instrumentos contaba con relojes circulares.
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