De yapa, breve contacto con la BMW X5
Regresé a Córdoba en la X5. Algunos datos para conocerla: 4.85 m de largo, motor 3.0, diesel, 245 CV, caja de 6 marchas automática/secuencial, poco más de 2000 kg de peso, y sin embargo, 210 km/h de velocidad máxima y 8 segundos para alcanzar los 100 km/h y un consumo más que razonable, 9 km/l en ciudad.
Si bien no es la X6, esta X5 intimida. Atrae todas las miradas, y el restyling recientemente realizado la ha dejado muy bien parada para pelear el exclusivo y poco concurrido segmento de las SUV´s de lujo.
Permite un manejo de la caja totalmente automático o secuencial (simulando una caja manual). La decisión de cual utilizar es absolutamente subjetiva. Hay seguidores de ambas alternativas. Personalmente prefiero la secuencial, que si bien no otorga la misma libertad que una manual (a ciertas rpm cambia automáticamente a la marcha superior), es un placer y uno se acostumbra muy rápido a usar la mano derecha y no el pie izquierdo para los cambios.
El sonido del motor es una delicia, muy similar a un naftero, con un ronquido suave y una salida casi instantánea.
Si a una SUV se la dota de un potente motor –como esta X5- las prestaciones son sorprendentes. Hasta acá nada nuevo ni mágico.
Lo admirable es que a partir de una “alemana” puesta a punto del chasis y los controles electrónicos de ABS, Tracción y Estabilidad, la X5 dobla casi como un auto, con total seguridad, y su confort de marcha es superlativo.
A la espera de una prueba más amplia, este breve contacto permitió descubrir la unión de dos mundos en uno solo. Una SUV que es un auto y viceversa, pero con ambas cualidades intactas.
Criticable el “idrive”, comando central multifunción, poco intuitivo y complicado para familiarizarse con él. Mejorado en el 325i.
Una noticia fresca: no vendrá el 5 GT, pero sí las X5M y X6M, con varios caballitos más.