Sandra Nicolás nació en Uruguay, pero lleva más de treinta años viviendo en Argentina. Dice que ser emprendedora y muy trabajadora viene de sus diferentes descendencias: uruguaya, francesa, saudí y árabe.
Sandra trabajas muy comprometida con las mujeres ¿Desde cuándo lo hacés?
Lo traemos en el ADN de cada uno, yo creo que uno comienza de niño. En mi caso iba a un colegio religioso, de mujeres y me acuerdo que siempre que había alguna dificultad, algún pedido a la directora o a las profesoras me ponían de líder, que sea yo la que fuera a hablar.
Uno ya siente la necesidad de hacer algo por los demás, pero en este caso uno apunta, con los años y con el crecimiento, al género. ¿Por qué razón? Por las diferencias y desigualdades que hay en el mundo entre los varones y las mujeres en todos los aspectos.
Siempre digo que yo no soy feminista, pero en el fondo algo debo tener; pero feminista en el buen sentido, no en el sentido que los hombres hay que descartarlos, sino que somos complementarios, el hombre es muy capaz, muy ejecutivo pero las mujeres tenemos una sensibilidad que no tiene el hombre.
En el colegio empecé a darme cuenta que por las mujeres alguien tenía que hablar, al principio eran cosas muy simples como pedir un recreo más largo o que no tomaran un examen y siendo adulta empecé por casualidad en la gremial empresaria porque, en un momento determinado, necesitábamos una ley para efectuar nuestro cerámico y empecé a participar de reuniones de la CAME, y a esto se sumó que Osvaldo Cornide, que era en ese momento el presidente de la CAME, me pide que formemos un grupo de empresarias junto a otras mujeres.
Si bien había momentos en que me preguntaba ¿qué hago acá? ¿por qué no estoy en la fábrica? Me di cuenta que era necesario. Los hombres gestionan, pero no piensan particularmente en las necesidades de las mujeres. Las mujeres empresarias y emprendedoras tienen necesidades diferentes a los hombres.
Hay determinadas cosas que son comunes, como el crédito. Pero, por ejemplo, hablando de crédito, un hombre va al banco y le presentan todos los productos del banco, una mujer se acerca y se tiene que estar pidiendo desde otro lugar, porque la mujer a veces no aplica para un crédito, una mujer, por ejemplo, y más en las provincias, que estuvo en un emprendimiento con su marido o su compañero durante años, esa mujer, supongamos, que se separa es muy difícil que tenga el crédito porque el que iba al banco seguramente era el hombre.
Hay que pedir mucho por las mujeres, hay que luchar mucho. Una de cada tres mujeres en Argentina no tiene ingresos propios. Hay muchas estadísticas que hablan de esta desigualdad, por ejemplo, las mujeres en altos puestos en las empresas, en las PYMES por lo general ocupan grandes cargos en el sector de Recursos Humanos, y ¿por qué cuando hay mujeres con mucha capacidad?
Cuando uno ve este tipo de estadísticas se da cuenta que algo no funciona, saber que las mujeres ganamos menos que los hombres en el mismo puesto, tenemos menos poder de decisión y menos salario, pero si tenemos igual o más responsabilidades.
Pensando en todo eso dije, bueno, voy a poner mi granito de arena y ahí empecé a preocuparme y ocuparme de un poco más por el tema de la mujer y más en el ámbito de las PYMES que es lo que a mí me atañe.
Con respecto a cómo nos ayudamos las mujeres ¿Es más lo que se dice que lo que se hace?
Absolutamente, en estos últimos cinco años que fui presidenta de MECAME te puedo asegurar que he remado en dulce de leche, no solo por los caballeros sino por mis pares, las mujeres.
Las mujeres tenemos muchas virtudes pero también defectos. Las virtudes: somos de nuclearnos, de querer estar, pero en el momento de la acción son pocas las que se comprometen. También tenemos que hacer un mea culpa, no hacernos las víctimas ya que no es todo culpa de los hombres.
En el caso de la gremial empresaria son pocas mujeres las que se comprometen dado que hay que accionar y es todos los días, las veinticuatro horas del día. Hay que trabajar permanentemente, no es ir a tomar un café con las chicas y ver qué podemos hacer para mejorar. Es hacer, hablar con las autoridades, mostrar cuales son las necesidades y esperando que se haga lo necesario para mejorar, pero no dejarlo librado al azar. Tenés que estar atrás de los temas, y esa es una condición que tienen los hombres y que no tenemos nosotras.
El hombre es muy ejecutivo, va directo, no da vueltas, nosotras damos muchas vueltas y muchas veces no nos focalizamos y se dispersa el punto.
Las mujeres tenemos que aumentar las habilidades para el desarrollo empresarial que no las tenemos; las tenemos para la vida, pero para el desarrollo empresarial todavía nos falta mucho.
Recién nos decías que hombres y mujeres teníamos diferentes habilidades ¿Qué deberíamos aprender las mujeres para el mundo empresarial?
Justamente las mujeres tienen que ser más solidarias, despojadas de celos, sin tonterías y que podamos implementar habilidades de desarrollo empresarial, a eso se llega con capacitación, mayor participación y también con ser más generosas y solidarias. Esto hay que trabajarlo muchísimo. Obviamente que hay mujeres que son líderes y son generosas.
La capacitación es importantísima, cuanto más nos capacitemos, más sepamos va a ser mejor, por ejemplo, estando en la CAME, yo todos los días leía todas las circulares de todos los sectores, aunque no fueran temas estrictamente relacionados con las mujeres.
Tenés que saber de todo, porque si querés que las mujeres puedan incluirse en un circuito empresarial o comercial no podemos decir “eso no lo sabía, eso no lo leí”. Hay que estar informados y profundizar en muchos temas relacionados con lo que hacemos.
Las mujeres piensan que con ir a una reunión alcanza y no, no alcanza. Te lo dice alguien que entraba a la oficina a las diez de la mañana y salía nueve o diez de la noche. Muchas veces estaba sola leyendo todo lo que me mandaban.
¿Crees que el liderazgo tiene género?
No, no tiene. Puede ser líder un niño, una niña, un hombre, una mujer. Ser líder no es un título; ser líder primero es una condición con la que se nace. Hay gente que dice que el líder se forma, pero para ser líder tenés que tener una mirada hacia el otro, tenés que estar pensando todo el día en el otro y no en uno mismo.
Si uno se pone a pensar que es líder o quiere serlo no llegas a nada. El líder creo que crece sin darse cuenta y como resultado de mucho trabajo, conocimiento y preparación. Tenes que ser audaz, que nada te frene ni tengas miedo a la hora de gestionar algo por los otros: En general el líder cuando tiene que gestionar para algo personal no lidera, sino que lo hace para los demás.
El líder se construye, pero también se nace.
Con la camiseta puesta en defensa de la mujer (pero sin que el fanatismo le nuble la vista)
Sandra Nicolás fue durante cinco años presidenta de Mujeres Empresarias de la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) y hace once años que forma parte de la gremial empresaria y como consejera de CAME. Es la fundadora de la Cámara Argentina de Mujeres Empresarias Federal (CAMEF), de la cual ella misma dice: “tenemos un grupo muy lindo de mujeres, que trabajamos desde otro lugar”. También fue secretaria de relaciones institucionales de la Asociación de Fabricantes de Porcelana, Loza y Afines (AFAPOLA).